Caminaba con Anna Rosenthal, la esposa de mi amigo Luis Tecco a orillas del lago Washington en Renton, WA. Ella me había dicho que no iba a ir a trabajar esa tarde para mostrarme algunos aspectos lindos que podrían gustarme de mi estadía en el estado de Washington. Yo le había dicho que me encantaban los paisajes montañosos y sobre todo si aquellas montañas o volcanes estaban nevados, esa es una pasión que siempre he sentido por estas panorámicas vistas…
Anna dudó y pensó por un instante dónde comenzar a disfrutar esa tarde despejada completamente (algo no normal en Seattle) que estaba terminando, así que decidió llevarme a caminar junto a este lago. La noté emocionada y preocupada, dudando si en verdad era la mejor opción, pero le comenté que para mí ya era demasiado con que se hubiera tomado la delicadeza de estar conmigo y dedicarme su tiempo… así que continuamos caminando y platicando sobre algunos viajes que he realizado y ella también me comentó que le encanta viajar, sobre todo que ha ido junto a Luis muchas veces a México. La tarde comenzó a caer y el sol dorado comenzó a teñir con su color clásico aquel paisaje frente a mí y me tenía muy entretenido y admirado…, entre plática y plática y después de haber dejado atrás «su edificio donde vive» y admirando aquel panorama y el camino donde los transeúntes como nosotros también disfrutaban de aquella tarde fresca de invierno, Anna me dijo que ella salía mucho a hacer ejercicio en ese pintoresco camino, que para ella era muy lindo el recorrido, que la llenaba de energía pues además estaba en este parque junto a su apartamento. Habíamos ya caminado bastante y ella se paró de repente en aquel andador entre árboles y pinos, después de haber cruzado un pequeño puente andador donde la gente se detenía a admirar el paisaje… me paro yo también abruptamente y ella voltea y con un cargado gesto de admiración me dice: There she is!!!
Yo volteo rápidamente y lo primero que observo es la larga distancia que habíamos recorrido ya, siendo mi punto de referencia en ese momento, el edificio de apartamentos donde viven ella y Luis … me asombré por lo lejos que ya estábamos y en un segundo volteo a ver hacia atrás para observar otros aspectos como el color dorado del sol y ella se queda estupefacta, desconcertada y asombrada ante mi actitud, como si no me importaba esa «vista» que ella me estaba mostrando; de repente observo su cara y vuelvo en un instante a ver lo que ella había puesto frente a mis ojos y ¡logro ver por fin frente a mí, aquella postal tan hermosa con la que ella estaba tratando de sorprenderme! y sí, de la misma manera reaccioné y exclamé en inglés Oh-My-God…!!! ‘Guao’ ¡Ahí esta!
Ahí estaba pues aquel «Mount Rainier» completamente nevado frente a mis ojos, me quedé impresionado con ese volcán, el de mayor prominencia de los EEUU con una altura de 4,392 metros sobre el nivel del mar.
Volví a mirar a Anna y exclamé: ¡Gracias por haberme traído hasta aquí y poder ver esta maravilla! Gracias y disculpa mi reacción tan simple y de poca importancia, pero en verdad pensé que como veníamos hablando de lo precioso que es este andador y que todas las mañanas lo utilizas para hacer tus ejercicios, pensé que lo que me estabas presumiendo era lo lejos que alcanzabas recorrer. Gracias nuevamente -le replicaba- por dejarme disfrutar esta belleza natural. Ya en ese momento, la punta del volcán, se tornaba dorada por los últimos destellos del sol y desde donde nosotros alcanzábamos a ver, a un costado del lago.
Concluimos la travesía de regreso, riéndonos como locos por lo que ella estaba presumiéndome y de mi estúpida y simple reacción ante ese hermoso volcán y una vista majestuosa que el clima me estaba dando la oportunidad de admirar (el clima en Washington es normalmente nublado y lluvioso, tienen muy pocos días soleados). En ese momento le dije a Anna: «Ese será el título de mi próximo escrito… There she is!«
Aterricé en la hermosa ciudad de Seattle, Washington, después de 6 largas horas de vuelo y de costa a costa #FromCostToCost, un viaje que me había prometido realizar y quería que siguiera la misma línea de los anteriores, un encuentro con lo natural antes que desaparezca y termine invadido de plástico y hierro.
Esa tarde me fui a caminar al centro de Seattle, me monté en el tren ligero «Link Light Rail» muy cómodo, bonito, limpio, rápido, sumamente vigilado y sobre todo silencioso y muy moderno; recorriendo unas vistas espectaculares de la cordillera, las montañas y volcanes, así como también, de los rascacielos de la ciudad. Me bajé donde Luis me había dicho que lo hiciera y comenzó pues mi caminata por el centro de la ciudad, caminé sin rumbo a donde mis pasos me llevaran… una ciudad limpia, bella, elegante y con colinas… entre ratos me recordaba un poquito a San Francisco, junto a la bahía, con hermosos paisajes, montañas nevadas y muchos, muchos pinos (evergreen). Ya era tarde y solo aproveché esa hermosa llegada de mi primer estadía en esta ciudad.
Al día siguiente, muy temprano, realicé el mismo recorrido y fui, ahora sí, ya de turista hacia el «Public Market Center» un mercado espectacular a orillas de la bahía de Elliot desde el 17 de agosto de 1907, uno de los mercados más antiguos de los EEUU y un punto turístico muy importante (más de 10 millones de visitantes anualmente). Ahí se vende cualquier cantidad de pescados y mariscos frescos así como también frutas y verduras y por supuesto no podía dejar este simbólico mercado sin probar una deliciosa sopa de mariscos frente a aquella bahía donde la saboreé (de lo más rico) con una copa de vino blanco.
Justo al frente de este mercado sobre la calle «Pike» se encuentra la primerísima tienda de la famosa cafetería a nivel mundial «Starbucks», donde por supuesto entré a comprar mi taza de café.
Conocer aquel pequeño establecimiento tan famoso y tomarme mi foto frente al logo en la entrada donde tienes que hacer fila para poder tomar tu selfie (pero yo llegué como Juana por mi casa, no había gente, me planté al frente y obtuve mi esperado recuerdo). Tienen que conocerlo algún día, es muy bonito recorrerlo y sentirlo.
Justo a un costado de este espectacular mercado se encuentra un callejón sobre la calle «Post Alley» más conocido como «The Wall Gum» (Una pared de ladrillos cubierta de chicles usados). O sea, mascas tu chicle y lo pegas donde encuentres espacio, hasta en el piso habían chicles… Esta tradición de pegar el chicle en la pared comenzó en 1993, justo a un lado de la taquilla del Market Theater, los asistentes a las producciones de teatro, pegaban goma de mascar en la pared introduciendo una moneda en su interior mientras hacían cola. Los empleados del teatro retiraron los chicles hasta dos veces pero finalmente desistieron después de que los jefes del mercado consideraran la pared de chicle como una atracción turística cerca de 1999.
Algunas personas han creado pequeñas obras de arte con goma de mascar (cabe mencionar que fue nombrada una de las atracciones turísticas más contaminadas por gérmenes en 2009). Salí de ahí con una sensación en la suela de mi zapato que ya se pueden imaginar y con un ‘sabor’ a chicles en la garganta …
Esa misma tarde aproveché a caminar por el barrio Chino que al principio me dio un poco de miedo, pero después, al entrar a una tienda, le pregunté a la cajera si era seguro caminar por ahí y me dijo que sí, así que eso hice, no demostré miedo y caminé como por mi casa, de esa forma llegué al «Space Neddle» (Aguja Espacial) construida en 1962 en el centro de la ciudad (184 metros de altura). En el interior, el piso de cristal gira 360 grados en exactamente 47 minutos; la vista hacia abajo parado uno en el cristal giratorio es simplemente de terror pero a la vez espectacular, tanto ahí como en su mirador en el exterior donde sus cristales inclinados hacia afuera dan otra sensación de terror al reclinarse sobre de ellos.
Subir y admirar el paisaje es muy lindo e interesante, la vista de la ciudad no deja de ser fabulosa.
De regreso pasé a «The Spheres» (Las Esferas), son las oficinas matriz y campus de Amazon, es la casa de 40,000 plantas de 50 países. Desafortunadamente no pude pasar a admirar esa ‘amazonia’ tan espectacular, pues ese día que llegué hasta ahí, no había entradas para visitas, aunque sí puedes bajo reservación hacerlo. El guardia en la entrada, simplemente me permitió admirar lo hermoso de esa selva tropical ahí dentro por unos minutos; se quedó conmigo explicándome un poco más sobre lo que hay en el interior, y por más que le lloré, simplemente me dijo que no podía dejarme pasar, pero me dio la bienvenida muy afablemente a la Ciudad de Seattle y concluyó invitándome a regresar posteriomente. Ya con eso me quedé, y muy amablemente se quedó conmigo dándome una pequeña reseña de las oficinas centrales de Amazon (abrió en Enero de 2018).
Una de las noches Luis y Anne me llevaron a conocer la ciudad desde lo alto y a hacer un recorrido nocturno muy bonito; la ciudad de Seattle desde una colina luce sin igual, todo es calma y más tarde me llevaron a admirar la misma vista pero esta vez desde otro ángulo y de frente, aquella vista fue cautivadora. Al día siguiente fuimos a conocer la Ciudad Universitaria (Campus) de Microsoft, unas instalaciones gigantescas donde solo los «cerebritos» asisten a estudiar y dar a conocer todo lo que saben sobre tecnología, lo grande que es aquel espacio universitario de igual forma se puede comparar con su creador Bill Gates.
Después de ahí, nos fuimos a conocer una catarata llamada ‘Snoqualmie’, un parque natural inmensamente relajante.
Después de unos 4 días de disfrutar la compañía tan agradable de Luis y Anne, llegó el momento de despedirme de ellos, agradeciéndoles enormemente sus atenciones y me dispuse a volar hacia Jackson en el Estado de Wyoming.
Al llegar al aeropuerto por la noche después de un largo «stop» en San Francisco, California, me hospedé en mi hotel para descansar y al despertar, me bañé y arreglé rápidamente, fui a desayunar y me propuse ir a recoger un auto que tenía rentado; me fui caminando, había mucho frío, la temperatura era bajo cero, todo estaba completamente cubierto de nieve, el pueblo muy pintoresco y rodeado de montañas, a una altitud de 1,885 m.s.n.m. Llegué por fin a la arrendadora y me puse en carretera con dirección hacia «Grand Teton National Park», no sin antes recorrer el parque refugio nacional de los «Elks» (Alces), hogar de la mayor manada de alces de la tierra.
Al llegar a tan imponente montaña no paré de admirarla, caminé varios kilómetros sobre un andador totalmente cubierto por la nieve,
me encontré a un guarda bosques con el cual me puse a platicar unos minutos, después caminamos juntos un tramo y posterioremente el siguió su labor.
Grand Teton abarca un área 1,255 kilometros cuadrados, su punto culminante tiene una altura de 4,197 m. El nombre de las montañas se atribuye a los tramperos «francófonos» de principios de siglo (los tres pezones: les trois tétons). Más tarde se acortó y adaptó al inglés como «Tetons». Esta zona cuenta con numerosos lagos y un ecosistema muy variado, el Jackson Lake con (24 km) y diferentes ríos.
Seguí mi camino hacia Yellowstone al norte del estado, el paisaje era primoroso, no había mucha gente en esa carretera de dos carriles únicamente, me introduje hacia la reserva ecológica admirando cada detalle del bosque, me paraba en muchos puntos de interés y turísticos para tomar mis fotografías, así pude admirar muchas aves y hasta un «coyote» o «lobo» nunca supe que animal era, pero me quedé un buen rato siguiéndolo con mi cámara y mi potente lente para fotografiarlo lo mejor posible.
No quería abandonar el lugar, era placentero el valle y le dediqué mucho tiempo, nunca había visto un animal así. Los turistas, pocos fueron parando al lado de la carretera al verme tan interesado en fotografiar a aquel espécimen tan hermoso.
Así llegué hasta que me topé con una barricada donde me prohibían seguir hasta Yellowstone; la noche anterior había estado nevando mucho y en esta área del camino mucho más y se notaba: la altura de la nieve era de más de un metro, parecía una barda a la orilla de toda la vía.
Entonces me desvié hacia un refugio y sí, ahí estaban unos vehículos que te podían llevar hasta Yellowstone pero por $300 dólares! Así que mejor decidí permanecer en el refugio, tomé un refrigerio, compré unos souvenirs y me devolví por el mismo camino al hotel; me dió mucho pesar pues intenté llegar hasta allá, pero como dice mi amiga Paola: ¡Volveré!
Al día siguiente decidí ir a un área de esquí para subir a lo más alto de la montaña en la góndola. Cuando llegué hasta allá ví a todo un mundo de gente y largas filas para subir al funicular. La gente estaba esquiando y disfrutando esa montaña, creo que no era para mí. Mejor me fuí a dar la vuelta de regreso por otra ruta que había visto ahí mismo en mi GPS,
y allá voy poco a poco, internándome en esa carretera sumamente inclinada y nevando, los pinos estaban cubiertos completamente de nieve, el paisaje era precioso, pero el carro no me respondía mucho, no subía la velocidad a más de 35 millas por hora, por lo alto de esa cuesta, entonces mejor decidí bajarme en un paradero turístico para dejar pasar a la fila de vehículos que venían tras de mí; me dió un poco de temor pues la carretera estaba congelada y el carro resbalaba un poco de repente, por eso decidí tomar un pequeño descanso.
Al continuar mi trayecto, crucé esa pequeña cordillera hasta la línea divisoria del vecino estado de Idaho donde no era nada despreciable la panorámica, era bello el lugar y fui durante largo tiempo manejando a orillas de un gran lago, justo a la falda de la montaña, así continué mi ruta hasta retornar nuevamente a Jackson, WY.
Al día siguiente visité las oficinas de turismo de la región, justo al lado del refugio de los alces, donde miles de ellos se habían acercado y pude admirarlos; después tome una ruta y entré a ese refugio en el auto, donde también pude apreciar las cabras «locas» me asombró (cosa que no había visto antes, solo en películas) cómo estas pequeñas cabras, se acercan a los peñascos altísimos en las rocas y caminan como si nada, no les dan miedo las alturas y los desfiladeros que hay.
Más tarde me dispuse a subir a la «Snow King Mountain» justo al pie de la ciudad, hacia el sur con 2,380 metros de altura y con un mirador alucinante; el funicular tardó unos 20 minutos en subir; la vista desde lo alto es simplemente espectacular, el día estaba totalmente despejado y pude apreciar el horizonte completamente y admirar la ciudad de Jackson desde lo alto.
La vista desde ahí hacia el «Gran Teton» era deleitante para mi vista, tanto así que decidí meterme al refugio que cuenta con un ventanal donde se podía apreciar todo desde lo alto, había calefacción y pues estaba más agradable la temperatura, ahí me senté en una barra para descansar y calentarme un largo periodo de tiempo (-10°C temperatura exterior). Solo salí a caminar un momento y a pedirle a una pareja que estaba esquiando que me tomaran una foto y yo hice lo mismo con ellos, poco después, se deslizaron montaña abajo… ahí mismo desaparecieron los dos de mi vista.
Bajar en el funicular fue sencillamente sensacional y aproveché para tomar mis últimas fotografías y video. Al bajar, caminé bastante por sus diferentes calles para terminar de disfrutar estas vacaciones que me habían llenado de energía nuevamente.
Llego el día de despedirme, dejé el auto en la oficina de Avis y ellos me llevaron al aeropuerto. Así dejé atrás tan imponentes montanas cubiertas por la nieve, hermosos paisajes naturales, un viaje sin igual, (justo 4 días después que salí de Seattle, se declaró el estado de emergencia por el COVID-19; hasta el día de hoy, no he mostrado ningún cambio en mi salud, espero seguir resistiendo esta #Cuarentena).
Correctora ortográfica por Alicia Alvarado Ballesteros
17/04/20 at 10:48 am
Me encantó como siempre nos transportas a esos hermosos lugares que visitas, viajando a través de tus ojos, veo que dejastes las mejores fotos para tu artículo, que paisajes tan bellos, gracias como siempre por compartir
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11/04/20 at 3:21 pm
Se agradece que nos hagas viajar aún estando en cuarentena. Realicé a través de tus líneas y de tu lente, el mismo recorrido de tu maravilloso viaje. Qué lugares más hermosos! Ya nos hacía falta salir, jajaja. Las tomaré como mis vacaciones de Semana Santa. Gracias una vez más.
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11/04/20 at 12:46 pm
Hermoso viaje y hermoso relato en el que nos llevas como si estuviéramos recorriéndolo contigo. Me encanto tu sencillez cuando le comentas a tu amiga que lo importante era que se tomara la delicadeza de dedicarte ese tiempo. Bellísimo el espectáculo de la montaña que te regalo tu amiga!!!
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11/04/20 at 12:41 pm
Estupendo, nuevamente te sacaste un 10, ya debes de empezar a pensar en escribir un libro, aprovecha la cuarentena!!!!
Te mando un beso 😘
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11/04/20 at 1:35 am
como siempre me encanta como narras tus aventura de viaje, me hacer vivirlo, casi casi, empujo el carro, me como las uñas de nervios por la nieve en la carretera jajajaj o te volteo la cara para que grites «ahí esta, ahí esta» jajajaja bueno a seguir viajando, para que podamos disfrutar tus narraciones, que el coronavirus nos los permita, que justo a tiempo llegaste de ese gran viaje
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11/04/20 at 12:51 am
Me hiciste emocionar con lo que escribes.
Viajo a través de tu descripción como si estuviera contigo
Excelente redacción .
Espero.pronto viajemos juntos .tqm
Excelente relato
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11/04/20 at 12:38 am
Primo, que Dios te permita seguir viajando (porque viajamos contigo), espero y nada se interponga en tus aspiraciones y futuros logros, Mani, nunca cambies, otra anécdota tuya que me agrado, suspicaz, intuitiva, tienes a uno pegao leyendo, nomás te faltó una cosa, QUE YO TE ACOMPAÑE…… Jajajajajajajajaja, Saludos Primo, cuídate mucho, como siempre y seguimos pendientes a otra historia, otro viaje u otra anécdota……..
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