«La Última Frontera, a la caza de la Aurora»

Desde la primera vez que viajé a Alaska, particularmente a su capital, Juneau, (2018) quedé impresionado por tanta belleza y grandeza de la naturaleza… me dije: #Volveré y ¡volví! pero ahora más al norte y exactamente para cruzar esa línea del «Paralelo 66° 33′ Norte», lo que se conoce como el #CírculoPolarÁrtico… DSC_3881

Inicialmente quería ir a Alaska en pleno invierno, en febrero, pero se me atravesó la pandemia, por lo tanto, tuve que suspender este viaje. Hoy día se ha calmado un poco la situación del Covid-19, lo que me permitió organizar mi viaje a #LaÚltimaFrontera en el tiempo justo de un mes. Nunca me había organizado tan apresuradamente como lo hice esta vez. Yo no conocía lo que había más allá de Juneau, su capital, entendía qué había mucho qué ver, por lo que me informaba en los programas de TV: el salmón, los glaciares, los esquimales, los osos polares, las auroras boreales, etc., así que me dediqué a buscar información de todo lo que este estado tenía para ofrecerme y que me llamara la atención. Obviamente es un Estado muy grande y no podría recorrerlo en 11 días, así que me dediqué a planearlo para viajar y también descubrir sobre la marcha. 

Leyendo un poco sobre esta gran tierra, descubro que había una localidad llamada Fairbanks, donde se podrían ver las auroras boreales, pero para ver estas «luces» es necesario la intervención del sol, y al ser un fenómeno natural, no hay garantía de nada, pues puede haber variaciones climatológicas que impida que se formen. También me enteré que existía un glaciar el cual me ofrecía tenerlo frente a mí e inclusive caminar sobre él. Igualmente leí acerca de un puerto muy pequeño, rodeado de montañas (nunca imaginé la belleza que ofrecía y que, para llegar, tenía que atravesar un túnel de 2.5 millas), y un siguiente puerto pintoresco llamado Seward. En fin, comencé a planear lo que yo quería ver, lo que yo quería disfrutar, lo que yo quería sentir, lo que yo quería fotografiar… así quedó comprendido y organizado mi viaje tan ansiado por poco más de dos años y concretado en menos de un mes… lo estaba concluyendo para salir volando hacia #LaÚltimaFrontera y #ALaCazaDeLaAurora. 

Aterricé en Anchorage después de un viaje muy largo desde New Jersey, retrocedí mi reloj 4 horas equiparándolo a la hora del Este en New Jersey, renté un auto y me dirigí hacia el hotel, las calles estaban completamente congeladas, por lo que me era difícil conducir; conducía yo muy lentamente pues aunque estoy acostumbrado a manejar con nieve, allí era muy peligroso, ya que el pavimento estaba cubierto por una capa de hielo, pero aun así pude ingeniármelas para estar a salvo; además de que la gente es muy prudente y manejaban bastante bien, claro, la gran mayoría de los lugareños utilizan grandes camionetas, por lo que iban como si el hielo no les importara. Al día siguiente muy temprano, agarré carretera, recorriendo 160 km en el carro hacia el glaciar «Matanuska». La carretera al salir de Anchorange es bastante buena, con algo de tráfico, limpia (de nieve) y preparada para poder rodarla; esa mañana había amanecido a 18°C bajo cero y se había suscitado una ventisca de niebla helada, lo que había ocasionado la cristalización de los árboles sin hojas; el otoño ahí ya había concluido su ciclo, y era como ver arbolitos de navidad totalmente pintados de blanco con chispas de luces brillantes, provocado por la mencionada cristalización. Toda esa carretera era como un valle y estaba iluminada, así que podía ver toda la hermosura de los árboles así, como un cuento de navidad. Posteriormente entré a otra carretera que ya no tenía alumbrado, y aún era de noche, pues amanecía a las 9:30 am aproximadamente, así que continué mi recorrido a obscuras, por una carretera ya casi sin tráfico; me detuve varias veces para poder captar las montañas a las que el reflejo del sol, iluminaba muy tenuemente sus picos; el firmamento podía apreciarlo de tal forma, que era posible ver miles de estrellas, pues no existía ninguna contaminación lumínica. Así continué hasta el amanecer y comencé a suspirar por la grandeza de aquellas montañas sobre la carretera; corría junto a mí un río que al final resultó ser el río Matanuzca; de pronto, en una curva un anuncio informaba sobre un mirador donde se podía ver ya el glaciar y me detuve, lo que pude alcanzar a ver a lo lejos desde ese punto alto, fue totalmente maravilloso y grandioso… DSC_4117

Este glaciar tiene 43 km de largo (27 millas), y 6.4 km de ancho (4 millas) y su terminal es la fuente del río Matanuska, el glaciar fluye alrededor de 30 cm por día. Al llegar, ya me esperaban con los «crampones» para colocarlos en mis botas todo terreno, solamente así podría caminarlo, ya que las púas se entierran en el hielo y logras estabilizarte y no resbalar y caer. La caminata fue larga, aproximadamente de dos horas sobre el «río», que para la época en que me tocó ir, estaba completamente congelado. La guía nos informaba por dónde caminar y no salirnos del ‘camino marcado’ para evitar cualquier incidente;. así, poco a poco nos fue explicando detalladamente lo que íbamos mirando, el frío era en esos momentos de unos -20°C. Justamente al comenzar el recorrido a pie, ella nos mostró una enorme piedra cubierta con algo de nieve fresca, y nos dijo que era un trozo gigante de glaciar (una especie de témpano de hielo curvado) en su pared se veía un color obscuro, pero era completamente puro hielo, ella dijo que ese trozo gigantesco, se había desprendido del glaciar muchos años atrás y el mismo empuje lo había llevado tan lejos como podíamos apreciarlo desde ahí, hasta la pared que se alzaba a lo lejos. DSC_4000

Se me congelaba la punta de la nariz, y los pelos en ella se llenaban de hielo (escarcha), en las pestañas sucedía algo similar, el frío era exageradamente seco y el hablar me provocaba toser al tragarme esos “buchados” de aire gélido; la cara la sentía hasta descuadrada del intenso frío y no podía gesticular bien; comencé a notar enrojecimiento de mi piel, aunque iba bien protegido, me tuve que enrollar una bufanda en el cuello para tapar mi boca y nariz, pero con el vapor que producía al respirar, la bufanda se congeló y se entiesó, parecía una tabla dura por el congelamiento, así que decidí mejor enrollarla en mi cuello. La guía nos llevó por encima del glaciar, el sol había salido, pero no pudimos recibir ninguno de sus rayos por las montañas tan altas detrás del glaciar y por la inclinación de la tierra; el sol se mantenía sobre el horizonte desde que salía hasta que anochecía (4:30pm aproximadamente). Cada día perdíamos creo nos dijo el guía, 10 minutos de luz. DSC_4037

Después  de bajar, fuimos frente a la imponente pared de hielo del Matanuska, un impresionante gigante tenía yo frente a mí, unos picos inmensos que sobresalían como si fueran garras de oso hacia el cielo; el azul turquesa de esas paredes de hielo, no lo había visto antes, la guía nos pidió silencio para que escucháramos rugir al monstruo por debajo de nosotros… y así, de repente, se oyó como un sonido de explosión hueca, posteriormente crujió el piso (lago congelado) y un sonido más a lo lejos como el primero, luego crujir y quebrar…, en esos momentos, simplemente sentí que la quijada se me desprendía de la impresión, pude sentir lo vivo que estaba el glaciar frente a mis ojos, pude imaginar hasta que esa enorme pared de hielo se movía… imaginé muchas cosas, como hasta ver caer sobre de mí todo aquello, fue simplemente sensacional. Más adelante la guía nos comenzó a mostrar las grietas en el piso, y una grieta más ancha sobre de una de las paredes del glaciar; al voltear, ella nos llevó a una grieta vertical y nos introdujo poco a poco y nos pidió tener cuidado con nuestra cabeza (podríamos lastimarnos con algunas estalactitas rotas) lo que yo vi ahí y sentí entre esas dos paredes de hielo, fue inexplicable; luego ella nos dijo que podíamos entrar más al fondo, pero cuando lo hice y vi ese camino estrecho, además de que sentí claustrofobia, pensé que esas dos paredes se iban a cerrar en cualquier momento, así que mejor decidí quedarme junto a las estalactitas y admirar su transparencia (ninguna de ellas sufría de deshielo, estaban completamente congeladas) y lo brillante de las paredes de color azul turquesa que se elevaban sobre mi cabeza, formas, figuras y color turquesa era todo ahí dentro. DSC_4047

Al regresar hacia el campamento, volteaba hacia atrás a cada momento, no quería dejar de ver aquella maravilla y, al observarla desde lo lejos, podía calcular la magnitud de su altura. El Matanuska había estado frente a mí y lleva ahí miles de millones de años en su proceso para romper al final del camino; eso fue esplendoroso. DSC_4064

Tomé carretera en mi carrito Chevrolet que había rentado y por el que me habían metido miedo diciendo que no podría conducir con seguridad por el hielo en las carreteras, pero no fue así, solamente en Anchorage resbalaba un poco al girar, pero en las carreteras me respondió muy bien. De regreso me paré en varios puntos para tomar mis fotos. Al entrar al valle donde se encuentra Anchorage, noté que todos los árboles de la ciudad permanecían cristalizados aún; todo aquello era un sueño, una estampa navideña. DSC_4145

Llegué con mucha hambre y me metí a un restaurante a cenar como glotón; todo el día manejando y caminando sobre el glaciar, había agotado mis fuerzas. Regresé al hotel a descansar y dormir, ya que al día siguiente comenzaría la segunda aventura. Desperté muy tempranito y viajé durante dos días hacia Seward, pero primero me dirigí hacia un puerto pequeñísimo llamado Whittier, enclavado en una bahía a la cual sólo se puede arribar a través de un túnel que cruza una montaña de 2.5 millas de largo. DSC_4206_1Llegué a la caseta de cobro y por 13 dólares te dicen que te posiciones en la fila número 1, ahí hay un semáforo que te va a indicar en qué momento puedes comenzar a cruzar; la velocidad ahí dentro es de 35 millas por hora y te van vigilando; mientras esperaba mi turno me puse a hacer mis videos, a tomar fotografías y a admirar lo bello de ese lugar, no había nadie más que yo. Whittier, es una ciudad ubicada en el área censal de Valdez. En el Censo del 2010 tenía una población de 220 habitantes y la ciudad es conocida porque casi la totalidad de su población vive en un mismo edificio…, y así lo pude constatar, no hay más nada que ver, parecía un puerto fantasma. Acudí a un pequeño museo donde solo había un letrero que decía, «$5.00» para entrar, deposite aquí…, y entré, una serie de fotografías y artículos muy interesantes, pero algo que noté fue que también como en otras partes, existían fotografias de grandes terremotos y Tsunamies (como el gran terremoto de Alaska en 1964 con una magnitud de 9,2 Mw «magnitud de momento sísmico») cosa que no me hacía muy feliz que digamos, le tengo terror a esos movimientos telúricos. Whittier se encuentra en el extremo norte del bosque templado húmedo. Es la ciudad más húmeda de Alaska y los Estados Unidos. Entré a un restaurante donde los locatarios hablaban su propia lengua (20 idiomas nativos están reconocidos legalmente en Alaska desde 2014), ordené un café, me lo bebí y me retiré del lugar, no había más que ver por ahí… Así que decidí irme hacia donde estaban los semáforos y los vehículos que esperan su turno para atravesar el túnel y ahí esperé el mío…, dentro del túnel, también van las vías del tren, cuando el tren viene, primero dejan pasar a aquella locomotora y posteriormente a todos los vehículos que esperan cruzar; es como atravesar de un mundo a otro, sentí esa sensación como si estuviera en la guerra. Al llegar al final del túnel, una enorme compuerta se abrió electrónicamente para que yo pudiera salir… fue impresionante, además de que dentro del túnel había una especie de techos como para proteger y detener por si llegase a presentarse algún derrumbe, además, pude observar sobre las paredes rústicas de piedra de la montaña, pequeños escurrimientos de agua que caen hacia el piso. 

Posteriormente llegué a mi destino final: Seward, un puerto entre gigantescas cordilleras y montañas en la península de Kenai. DSC_4211_1La economía local de Seward está impulsada en gran medida por la industria pesquera comercial y el turismo estacional. Muchas instalaciones de alojamiento, restaurantes y tiendas en la ciudad atienden principalmente a los turistas, y solo están abiertos al público durante la temporada turística de verano, que generalmente se considera que se extiende desde mediados de mayo hasta mediados de septiembre. Pero yo llegué en noviembre simple y sencillamente para admirar sus montañas completamente cubiertas de nieve. DSC_4351Para llegar hasta aquí, en la carretera hay avisos muy grandes donde previenen sobre «avalanchas» e inclusive, advierten esos letreros ‘no detenerse’ (imagino a tomar fotos o a ver cómo se deslizan los tumultos de nieve en otras montañas), las pude ver ya deslizadas abajo, pero recorrer de 4 a 5 millas mirando hacia arriba y ver ese ‘mundo’ de nieve me hacía pensar … ¿y si se viene una avalancha ahora mismo…? ¡Hasta aquí llegué! Este tramo de la carretera es impresionantemente hermoso, cada vez que iba yo tomando una curva, lo que veía frente a mí, era majestuoso, montañas muy altas rodeadas de pinos completamente nevados, lagos congelados y pendientes donde se podían apreciar los valles y cañadas maravillosas. 20211116_134152

Después de registrarme en el hotel, me dispuse a caminar y me dirigí hasta la marina, la vista del atardecer ahí era muy hermosa, (digo «atardecer» aunque era temprano, pero el sol no subía mucho sobre el horizonte, entonces eso me desorientaba, creía yo que ya era tarde y no era así, pues siempre el panorama fue como atardecer, así fueran las 12 del medio día). 20211116_145605Me detuve un momento para apreciar tanta calma frente a mí, así seguí caminando y cogí mi auto para alejarme un poco más, ya comenzaba a caer la tarde y quería grabar la manera de cómo el sol dorado iba desvaneciendo su color en la blancura de los picos de las montañas, hasta que terminara el ocaso. DSC_4232_1Esperé un momento frente al mar, postrado, admirando las aves marinas y de pronto, comenzó a salir la luna detrás de una de las montañas… todo era de una quietud enorme, así me quedé luego un rato más dentro del auto, para no estar fuera con tanto frío que se sentía a la orilla del mar. 20211116_170655Así permanecí hasta que la luna dejó ver las montañas y me retiré hacia el hotel. Mientras descansaba un momento, leí que existía un mirador justo frente a Seward, donde se podría apreciar la gran montaña detrás de este puerto y que con la luminosidad de la ciudad, con una buena cámara, se podría lograr una excelente fotografía, así que me puse la chamarra, mi gorro y me fui hacia aquel lado que estaba a escasos 15 minutos; tenía un poco de miedo pues no conocía esa carretera y la noche se sentía tenebrosa, pero no podía permitir que el miedo opacara ese momento y que no me permitiera ver lo que me había propuesto; así que me llené de valor, salí de mi habitación con la cámara ya preparada y el tripié, sólo para llegar y lograr aquella foto que había leído en ese artículo anteriormente… DSC_4316_1cuando llegué al mirador, pude constatar que sí, efectivamente, la vista era espectacular, lo único que me separaba del puerto era el «Resurection Bay» -Bahía-, a simple vista podía ver y con la luz de la luna, las montañas y abajo, el pequeño puerto de Seward, el frío y el aire hacían que la temperatura descendiera aún más que 20 °C bajo cero, así que muy rápidamente monté el tripié y me dispuse a colocar la cámara, la carretera era bastante solitaria, sólo el zumbido del viento podía escuchar, estaba nervioso y con el frío más, así que comencé a tomar mis fotos y sí, logré unas buenas tomas desde ahí, entre la luminosidad de la ciudad y la luz de la luna, hasta el polvo de nieve que volaba desde los picos más altos de las montañas podía observar, el viento estaba bastante fuerte. No tardé ni 15 minutos ahí y me regresé al hotel. Al llegar a mi habitación, me doy cuenta de que la puerta de la habitación estaba entre abierta… 

Por las prisas, no me cercioré muy bien y dejé la puerta abierta (así se quedó), pensé por un momento que alguien había entrado, pero no fue así, revisé todo, ahí sobre la cama había dejado el dron, mi tableta y el lente de 200-500 mm, material fotográfico y una cámara más (era un hotel de estos de tres pisos con un pasillo largo donde están todas las habitaciones, puerta y ventana hacia el mismo pasillo), aparte de la vista hacia la bahía «Resurrection Bay» que desde ahí  era preciosa frente a la marina. No pasó a mayores mi torpeza… DSC_4327

A la mañana siguiente, después de levantarme muy temprano,  traté de ir a ver un glaciar al cual puedes llegar en auto y que se encuentra dentro del parque nacional (Kenai Fjordos National Park), pero el paso a la entrada de aquella atracción natural, estaba cerrado por la temporada invernal y de eso pude dar cuenta, pues había más de medio metro de nieve y el día no estaba nada accesible, la ventisca estaba muy fuerte, tanto así, que lastimaba la cara y los ojos; la nieve que se desprendía de las montañas azotaba al puerto con fuerza,  así que decidí mejor hacer ‘check out’ en el hotel y regresarme a Anchorage, el día era precioso y soleado pero ese viento no me iba a permitir hacer turismo en el exterior como me lo había propuesto, así que mejor agarré carretera de regreso. DSC_4333_1La recepcionista me pidió que manejara con mucha precaución, al menos el tiempo que me tomara salir del área, y así lo hice; al comenzar mi trayecto, la ventisca comenzó a disminuir pero no así la ansiedad que sentía al comenzar a cruzar la zona de avalanchas que el día anterior había transitado, así que sin pensar en ello, continué mi camino sin parar; una vez rebasada esa zona peligrosa, aminoré la velocidad y comencé nuevamente a pararme por ahí un par de veces para poder admirar aquellas panorámicas tan espectaculares que se encontraban un poco antes de entrar a Anchorage y que va la carretera justo a la orilla sobre el «Turnagaim Arm» (Seward Hwy 1). DSC_4359

Busqué en internet un hotel y me dirigí con todo y mis chivas, me alojé, descansé un momento y me puse a leer que había un mirador en lo alto de una montaña, que podría ver la ciudad de Anchorage a mis pies, estaba como a 20 minutos de distancia del hotel, y sin pensarlo dos veces, agarré carretera y ahí voy… pasé a la farmacia para comprar unas botellas de agua, jugo y algo para comer y seguí mi camino… comencé a subir y subir la montaña, en una curva me hallé a un enorme «alce» como el que había visto disecado en el aeropuerto y donde me tomé una foto junto a él, pero este estaba frente a mí y vivo, lo observé mientras paraba por completo el carro pero en lo que sacaba mi celular para lograr la foto, el animal se me perdió entre el bosque en aquella carretera empinada. Así que proseguí hasta que llegué al estacionamiento del parque… éramos tres automóviles los que estábamos por ahí, me quedé en el auto, todo estaba en penumbras, sin luz, sólo la de la luna que se alzaba detrás mío sobre una gran montaña y pensé… «ya estoy aquí» y que me salgo del carro con mi cámara y comienzo a subir esas escaleras completamente cubiertas de nieve, así caminé sobre una vereda y con la ayuda de la luna podía ver el camino donde pisaba, hasta que llegué al mirador… los pinos completamente cubiertos de nieve, solo veía bolas y formas, la vista desde ahí era muy placentera, había una banca y me senté un momento, solo escuchaba el viento soplar y algunas voces a lo lejos, no había nadie más. Después de unos momentos, tomé mis fotos, las peores fotos que he tomado (no me preparé muy bien para ello) y me devolví al auto, pero ya había visto la hermosa panorámica. 

A la mañana siguiente, muy temprano, hice un pequeño tour por Anchorage antes de partir hacia el aeropuerto con rumbo hacia Fairbanks; mi vuelo lo había programado para la tarde antes de caer el sol y había escogido (según yo, calculando a ciegas), un asiento del lado izquierdo del avión, mi propósito era ver el Monte Mckinley conocido como «el Denali» que significa «el Grande» -lenguas Atabascanas- (20,329 feet) unos 6,196 metros de altura m s.n.m., por algo se encuentra en el 3er lugar en el mundo después del Mount Everest. 

Cuando me senté placenteramente en mi asiento, el sol comenzó a ocultarse y me puse nervioso, pues creía que ya no iba a alcanzar a admirar esa gran montaña nunca más. Inicialmente me iba a ir hacia Fairbanks en tren, pues justo ese transporte ferroviario pasa junto a este Monte, aparte de que podría admirar bellos paisajes, pero no había disponibilidad para la fecha; posteriormente, intenté rentar un auto y conducir, pero muchos me metieron miedo, pues eran más de 6 horas de camino, transitando por carreteras nevadas, así que desistí; pero aquella tarde, sentado frente a esa ventanilla, mi sueño se desvanecía lentamente,… el avión por fin se puso en movimiento y emprendimos el despegue… 20211118_163704unos minutos después, mi sueño comenzó a cumplirse, una vez que el avión tomó altura, el sol comenzó a salir en el horizonte como por arte de magia, logrando así, pintar de dorado atardecer el imponente Denali por un par de minutos; acto seguido, pude tomar algunas fotografías y videos que alcancé a grabar, logré ver los glaciares que se desprenden de esta gran montaña, pude admirar esos colores morados y lilas y rojizos del atardecer, desde el vuelo. ¡Vaya que fue todo un espectáculo que me había propuesto atestiguar y estaba llegando a su fin! 20211118_164322

«A la caza de la Aurora…» 

Al llegar al pequeño aeropuerto de Fairbanks, noté que habíamos muchos turistas viajando «solos». hombres y mujeres y me dio confianza pues me di cuenta que no era el único loco viajando #Solo.  Me dirigí hacia la arrendadora de autos y el personal de ahí me preguntó si viajaba yo solo, cosa que me dio aún más confianza, (también me lo preguntaron en varios hoteles) me explicó la forma de encender un vehículo con temperaturas extremas; en esos días que había llegado a Alaska, se estaba presentando un temporal gélido ártico sumamente congelante y peligroso, el mercurio marcaba esa noche, ahí en Faibanks, -27°C (-16°F). Me dirigí al hotel que estaba muy cerca del aeropuerto sin ningún problema, esa misma noche después de hacer el check in, manejé hacia North Pole, AK. y vaya que hacía alarde al nombre de esa ciudad, (La temperatura se habia bajado 6 grados mas), que por cierto está a escasos 20 minutos manejando desde Fairbanks. DSC_4365Encontré la original Casa de Santa Claus y me bajé a hacer algunas fotos nocturnas por fuera, … hacía un frío espantoso. Al día siguiente, fui a visitar su interior y al entrar, vi a lo lejos al famoso personaje de esta casa: «Santa», quien estaba esperando a que llegaran los niños para tomarse una foto con él; antes de acercarme, exclamé: «Ho, ho, ho, ho…» a lo que me contestó Santa de inmediato, invitándome a acercarme, así que me tomé una foto con él. (No había ni un solo niño). 1637351315275Más tarde me dediqué a visitar el oleoducto Trans-Alaska que recorre todo el estado de norte a sur con 1287 kilómetros (800 Millas) de tuberías con un diámetro de 122 centímetros transportando combustible desde la Bahía Prudhoe a Valdez. DSC_4490

No cabe duda que al llegar a Fairbanks comenzaron a presentarse fenómenos atmosféricos extraordinarios, y fenómenos naturales fantásticos, la temperatura era extremadamente baja, pude a preciar en la carretera el fenómeno de «los tres soles»: El Parhelio, la aparición de falsos soles. 20211119_124630Cuando se produce, la ilusión nos muestra tres soles en el cielo. Sin embargo, la realidad es otra. El efecto es producto de la luz solar a través de los cirros (nubes altas), cuya presencia puede indicar un empeoramiento del tiempo. Este maravilloso efecto de luz tiene que traspasar una fina capa de cristales de hielo que deben ser abundantes y estar situados en posición horizontal con respecto al suelo. Bueno, tuve la oportunidad de apreciar también este fenómeno y, esa misma noche, pude admirar y fotografiar el eclipse de luna en Fairbanks. DSC_4416

El eclipse lunar se apuntó un diez con aquellas maravillas naturales que estaba admirando… Estaba yo de suerte, el cielo completamente despejado esa noche del 19 de noviembre cuando la luna iba a ser eclipsada, el tiempo era el idóneo para fotografiarla, la noche gélida y, además, el horario me ayudaba muchísimo; casi a la media noche salí de mi habitación con mi equipo fotográfico, mi lente de 200-500mm y me senté en el lobby del hotel para preparar mi equipo. Una vez que la cámara estuvo instalada en el tripié, salí hacia el estacionamiento del hotel; ahí en esa despejada noche, se veía la luna ya de color rosa, apunté con mi lente y sí, ahí estaba la luna y se apreciaba el eclipse perfectamente bien, ¡hasta las estrellas pude captar en las fotos! La luna estaba cubierta en más de 97 % por la sombra de la Tierra, provocando la tonalidad rojiza popularmente conocida como ‘Luna de sangre’, aguardé unos minutos… incluso, me di tiempo de grabarle un video, aquello comenzaba a gustarme. Había yo recorrido una gran distancia y desde Fairbanks pude captar el eclipse en una zona privilegiada para la observación de fenómenos naturales. DSC_4391_1 Luego de unos minutos entré al hotel y le comenté a los recepcionistas nocturnos: “Se ve preciosa”, ellos se voltearon a ver y preguntaron: «What?» ¡La luna! -les contesté, acto seguido, les mostré las fotos directamente de mi cámara, ambos exclamaron: «Wow!» Aunque creo que no le dieron importancia, bueno, con decirles que les pregunté si ellos habían visto las auroras, ambos contestaron que «no», no puede ser -les dije, ustedes viven aquí precisamente donde tienen ‘regalado’ ese espectáculo ¿y no las han visto? Se me descolgó la mandíbula…y yo que viajé de tan lejos para tratar de verlas… Me di media vuelta y me retiré a mi habitación. 

Posteriormente, tendría mi primer tour por aquella área hacia el #CírculoPolarÁrtico, un lugar que me había propuesto visitar desde mucho tiempo atrás, quería sentir y cruzar la línea de ese paralelo 66° 33′ Norte, por lo tanto, me fui a la cama a dormir pues mi tour comenzaría a las 9:30am (era un tour con duración de aproximadamente 20 horas); antes de dormirme, me dieron las 11 de la noche… y le pedí a Dios que me permitiera ver las Auroras boreales, pues ese era el principal y más importante fin de mi viaje. Esa noche caí como piedra… y a la 1:25am desperté muy angustiado y de inmediato me senté en la cama. ¿Qué pasa? -me pregunté…, miré el reloj y vi que apenas había pasado una hora y algo, ¡qué raro! – me dije… prendí mi celular y me dispuse a ver la aplicación de predicción de Auroras en el sitio donde me encontraba, la aplicación me informaba que las Auroras estaban presentes en el área y que para verlas tendría que manejar 28 millas hacia un valle donde se estaban produciendo… Pero no sólo me decía que estaban presentes, sino que abarcaba un área sumamente extensa para poder verlas, la cuestión es que dudé un momento ahí sentado en la cama y de repente me dije: “esa es una señal de que esta noche podría verlas” … tenía el carro a la puerta, estaba en el lugar indicado, la aplicación me lo estaba confirmando y el despertarme de esa forma… algo me estaba diciendo que fuera, que lo intentara… Dudar un minuto más sería un arrepentimiento total.  

Sobre mi pijama me puse el pantalón (de los que son para esquiar), lo mismo con la chamarra, me puse las botas sin calcetines, agarré mi cartera, mi celular, mi gorro, mi tripié (al cual coloqué la cámara ahí mismo), puse en posición «M» (manual) la cámara para sólo llegar y tomar la foto y salí corriendo; para todo esto, eran ya alrededor de las 2am ¡y que salgo del hotel con aquel frío, el carro estaba hecho paleta! Esperé un momento y tomé carretera hacia donde me indicaba el GPS y ahí voy mirando y mirando hacia el cielo mientras manejaba, no encontraba absolutamente nada… (estaba totalmente despejado) cada minuto que pasaba, me desilusionaba más y me molestaba con las aplicaciones y los comentarios en la TV del hotel donde hablaban maravillas de las «auroras», inclusive, había un canal que brindaba tutoriales sobre algunos trucos fotográficos para poder captarlas, bueno, hasta tutoriales con el celular habían. 

El caso es que después que me alejé de toda contaminación lumínica de Fairbanks, llegué a una carretera solitaria, casi sin tráfico, creo que yo era el único, todo alrededor estaba obscuro, solo la luna iluminaba el camino, y yo seguía mirando hacia arriba por la ventana; en eso decidí parar, bajé una pendiente y giré la camioneta de tal forma que la posicioné en declive pero lista para salir huyendo, por si algo pasaba, no sabía ni qué hacer, no quería que el miedo me invadiera, seguí observando por la ventana (no se veía nada). Me dije: “bueno ya estoy aquí y tengo que proceder”, apagué todas las luces del vehículo y lo dejé encendido con la calefacción puesta, abrí la puerta y el ruido del motor, no me dio confianza, tenía que tener el oído bien despejado y listo para tratar de escuchar a mi alrededor, así que mejor decidí apagar el carro. 

El silencio invadió mi ambiente, ¡no se escuchaba nada más que el viento, no se veía nada más que la luna y las famosas auroras brillaban por su ausencia! Y eso que no alcancé a manejar hasta donde decía la aplicación que llegara, pero ya estaba yo un poco triste, pues de aurora boreal… ¡nada! 

No es fácil ver las auroras, son muchas las características que influyen para verlas, mi vista no estaba aún acostumbrada a la obscuridad; de repente dije: “pues voy a tomar una foto hacia el cielo”, acomodé el tripié entre nervios, el frío congelante, la camioneta apagada, volteaba yo hacia todos lados y trataba de poner atención a mi oído para poder escuchar lo que pasaba mi alrededor y detrás mío, el caso es que hice el primer disparo fotográfico hacia el cielo… 

Lo que vi a través de la pequeña pantalla de mi cámara después de ese disparo fue totalmente emocionante, tanto que exclamé… ¡Ahí está! ¡la pude ver! grité en medio de esa obscuridad. ¡Dios mío gracias!… DSC_4580_1 Era una pequeña luz verde algo difusa pero ahí estaba, entonces miré  hacia donde había proyectado la cámara y pude ver aquella luz con mis propios ojos, no era nada brillante y era bastante difusa, nada apantallante, como para decir ¿esa son las auroras? en esos momentos ya mis ojos se habían acostumbrado a la obscuridad y comencé a ver algunas demostraciones de color verde pero muy vagas, tomé un par de fotos más y noté que cada vez aquella mancha verde se engrandecía y desaparecía en un segundo. DSC_4628_1

Me subí a la camioneta y salí disparado de ahí, manejé un par de millas y más adelante, sobre la carretera me orillé, no quería meterme a ningún camino más adentro, me bajé y observé el firmamento y pude ver ya sin tomar fotos, varias manchas que comenzaban a acercarse hacia mí, entonces volví a posicionar el tripié y lo que vi de ahí en adelante, me llenó más de emoción: ya las auroras se movían sobre el horizonte y justamente a un lado de la carretera; fue tan rápido ver esas líneas moverse desde donde yo estaba hacia la carretera, justo paralelo a ella y desaparecer como una culebra alargada flotando a lo lejos… así di por concluido ese escape; hacía bastante frío y estaba yo muy retirado del hotel, solo y con el tour en puerta por la mañana, así que me subí a la camioneta y regresé al hotel. DSC_4623_1

Venía yo feliz, feliz de haber visto esas luces tan fascinantes en el cielo, tanto así que le llamé a mi hermano Miguel, eran las 3 y algo de la madrugada y exclamé: ¡Ya las vi, las acabo de ver, Miguel! Pero lo que había visto unos momentos antes de mi llamada, no se comparaba ni tantito, vaya, ni a los talones les llegaban, a las demostraciones de auroras que vi la siguiente noche… 

Por la mañana me fui al aeropuerto para entregar el auto rentado y de ahí tomé un taxi que me llevó a la agencia donde nos llevarían al círculo polar ártico. Puntual salimos hacia esa zona más al norte, aún más cerca del círculo polar. Iba yo en la primera fila, justo al contrario del chofer (guía), así que tuve la oportunidad de observar toda la carretera; el guía explicó durante todo el camino lo que íbamos viendo. DSC_4734_1El primer «stop» fue para ir al baño, el autobús paró en un bosque donde hacen parada todos los tours, pero no había más gente que nosotros, éramos aproximadamente 12 personas de diferentes lugares de EEUU y algunos asiáticos. Más tarde, el guía nos informó que desde ese punto estaríamos sin conexión de internet y, durante más de 10 horas, estuvimos en una montaña desde donde se apreciaba la más hermosa vista del valle. 20211120_111100Una vez que dejamos ese lugar, no tuvimos más conexión con internet, además nos anunció el guía que, a partir de ahí, tampoco había tendido eléctrico, veríamos casi nada de poblaciones ni gente, la última gasolinera también quedaba atrás y la carretera estaría muy transitada con tráileres con material pesado; el oleoducto nos acompañó a la par de la carretera por todo el trayecto. DSC_4828_1

Así transcurrió el recorrido, entre valles y pocas montañas (no como las había visto en Anchorge y Seward) pero sí sentimos las temperaturas más gélidas y congelantes que nada, llegué a experimentar -33°C (-29°F) ¡bajo cero! DSC_4824_1De pronto comenzaron a aparecer varias montañas repletas de pinos, estábamos entrando a la zona de las «White Mountains», los paisajes eran fascinantes, hermosos, fuera de este mundo; en una de las laderas sobre la carretera, llegamos a una zona donde los pinos estaban completamente cubiertos de nieve, pero eran ¡bolas de nieve!, parecía que estaba yo en otro planeta, muchos de los pinos estaban inclinados por el peso, ese panorama era maravillosamente extraño; el frío era congelante, no soportaba más de 2 minutos fuera del autobús, todos corríamos a tomar fotos a como nos permitía el clima y de retorno al autobús. DJI_20211120_145331_157

Un fenómeno más de la naturaleza vería yo por primera vez en mi vida, antes de cruzar el rio Yukon. (Este río tiene una longitud de 3,185 kilometros {1,980 mi} nace en territorio canadiense y cruza Alaska de N y O y desembocando en el mar de Bering). DSC_4846_1Al cruzar este río, sobre el puente, el guía nos dijo: “Miren la luna ponerse en el horizonte”, yo traía el lente más potente y la fotografié desde mi asiento; el guía giró justo bajando del puente, nos llevó a un albergue para «el lunch», ya estaba casi obscuro, pero aún eran como las 2:30 de la tarde. 1637560340023 Caminamos hacia la orilla del Yukon que estaba completamente congelado, así que podíamos cruzarlo a pie, nos tomamos unas fotos y fuimos al albergue a comer, quizás estuvimos 1 hora aproximadamente y luego nos pidieron que abordáramos el autobús para continuar nuestro recorrido; aún faltaban un par de horas para llegar al círculo ártico. DSC_4870_1Al salir del local, me llamó la atención la luna que se alzaba arriba de los árboles, bastante alto en el horizonte y me extrañó muchísimo; una compañera de tour que había abordado en ese lugar, me dijo: ¿A poco no es hermosa? refiriéndose a la luna, a lo que yo le contesté: ¡Sí, que lo es! Pero ella no notó nada más y al subir yo al autobús, de inmediato le pregunté al guía: ¿Qué no habías dicho hace un rato que la luna se «estaba poniendo» en el horizonte? Sí, contestó, ¿Pero entonces, por qué (dude nuevamente), veo la luna ahora un poco más arriba… «¡Ahora es el moon rise!» (ahora está saliendo), respondió. La quijada nuevamente se me desplomó… Nunca, nunca había visto ese espectáculo y di gracias por haberlo tenido frente a mis ojos. 

Lo que sí me desconcertaba mucho era la salida del sol, allá cerca del círculo ártico, el sol se mantuvo justo en el horizonte, pero todos los días que habían transcurrido desde que llegué a Alaska, «los días», aparte de ser tan cortos por la luz solar, era como si amaneciera y se convirtieran en un bello atardecer, esas pocas horas que teníamos de luz natural, mantenían un color dorado atardecer (8 horas aproximadamente) como si fueran las 6 de la tarde. ¡Increíble y naturalmente hermoso! DSC_4716_1

Antes de continuar nuestro recorrido y llegar hasta el círculo ártico, el guía nos llevó a los baños sobre la carretera y justo frente a un mirador del oleoducto, bajamos de dos en dos, eran dos baños: uno para hombres y otro para mujeres, y nos entregó una lámpara de baterías (ya ahí no existía luz eléctrica); cuando yo entré a ese baño que era como una cabaña de madera, sentí un frío espantoso allá adentro, coloqué la lámpara en el piso, era una especie de letrina, un WC pero con un hoyo donde caía todo como en un depósito al fondo, cuando intenté hacer pipí, (y digo intentar), noté que toda la orilla del WC estaba congelada de los residuos de orines de todo el mundo que iba al baño ahí, jajaja, de color amarillo, se desprendía una cascada congelada desde la media parte de la taza del WC, hasta medio metro de distancia de la base del WC (se los dejo a su imaginación) cuando le comenté a una amiga, me dijo: ¡Lo hubieras grabado y subido a tu #TikTok, hubieses ganado muchos seguidores! Jajaja no se me ocurrió para nada… DSC_4879_1

Así continuamos nuestro trayecto, hasta que pudimos llegar al «Paralelo 66°33’Norte» mejor conocido como #CírculoPolarÁrtico Este círculo ártico delimita el extremo sur del día polar del solsticio de verano y la noche polar del solsticio de invierno. Existen zonas de tierra habitadas dentro de este círculo. DSC_4877_1Algunos países con una parte importante de su territorio dentro del círculo polar ártico son: Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, Canadá, Groenlandia, Islandia y Estados Unidos, y ¡yo estuve en este último, en la señal de la autopista Dalton marcando la localización del círculo polar ártico en Alaska! Había yo cumplido uno de mis sueños más al pararme frente a ese letrero de un lado de la línea y del otro; la sensación es inimaginable, el frío, el panorama completamente nevado, los pinos, fue algo que marcó mis anhelos; había yo cruzado casi más de la mitad de Alaska para conseguirlo… y tengo mi certificado que la agencia me entregó al día siguiente en el hotel y dice así: «Manuel De la Cruz ha cruzado el Círculo Ártico. 20211122_082518Sábado, 20 de noviembre 2021″ Yo viví y experimenté esa sensación, cerraba yo un ciclo, un sueño más cumplido. Pero faltaba otra experiencia única, que llegó en su momento, en tiempo y espacio, quizás la más importante… 

De regreso hacia Fairbanks, el guía nos informó que en cuanto se mostrara alguna señal de alguna aurora, pararía, pero también nos pidió que lo ayudáramos a ver por las ventanas; yo tenía escasa experiencia ya por la noche anterior, así que no despegué mi vista de la ventana; el guía bajaba la luz y/o se paraba en los miradores junto a la carretera, esperaba un minuto o hasta se bajaba del autobús para ver el cielo, si veía algo nos avisaría, pero, no veía nada y así fue el transcurso, en varios paraderos nada sucedió… 

De pronto, volvió a parar en una explanada junto a la carretera y apagó todas las luces del autobús, ahí permanecimos mirando y esperando y de pronto dijo: “Hey guys there is the Aurora…!” «Allá está la Aurora!» DSC_4940_1Bajamos de inmediato y lo que vi a lo lejos fue una pequeña luz muy tenue de color verde… mientras no le quitaba la mirada de encima, comencé a desenrollar mi tripié, a tratar de colocar la cámara en su extremo superior y a tratar de fijarlo sobre el piso cubierto por la nieve, el tripié se había congelado de una de las patas y no lo pude arreglar… en eso estaba, cuando miré hacia donde había comenzado aquel destello de luz tenue…  de repente, aquello empezó a moverse de manera más rápida y fugaz y comenzó a venir hacia nosotros… yo me quedé con las manos sin guantes sosteniendo el tripié dañado por el congelamiento, no podía arreglarlo, entonces a como pude, metí las dos patas sobrantes para poderlo poner a nivel, pero me quedó casi en el piso; en lo que acomodaba la cámara y veía el cielo, no pude dejar de admirar aquella maravilla de la naturaleza al pasar sobre mi cabeza, fue una gran emoción ver aquellas serpientes en el  cielo de colores verdes, morados y lilas, entre ratos, colores rojizos que se movían como una gran cortina sobre de mí, bajé la mirada hacia el horizonte y podía ver de ambos lados unas líneas gigantes de colores: las auroras habían cubierto todo el firmamento como algo mágico, iluminando todo el horizonte, todo era verde, todo eran figuras gigantes que iban tomando formas, ¡era impresionante, gigantesco, majestuoso, maravilloso, ver todo eso que comenzó a desarrollarse y a desaparecer así, tan fugazmente como llegó! DSC_4946_1

 Fue un momento muy sublime, ya no pude tomar más fotos, las que había tomado no salieron muy perfectas; en ese momento me di cuenta que tenía mi mano derecha congelada, ¡no la sentía!, lo único que sentía era un dolor intenso, traté de ponerme el guante y no pude, mi mano izquierda había quedado también congelada; con mucha dificultad, me introduje hasta la mitad los guantes; se me cayó la tapa que cubre el lente de mi cámara y ¡ya no podía recogerla!, mi mano, mis dedos no podía doblarlos, a como pude la recogí del piso entre la nieve y agarré el tripié con todo y cámara montada.DSC_5036_1 La cámara se había congelado también, se quedó tomando fotos que no se reflejaban en la pantalla, solo hacía ruidos extraños; cuando quise sacar el celular, me costó un trabajo enorme, no pude ni poner mi huella digital para prenderlo, ya no podía manejar ningún objeto; así que haciendo un gran esfuerzo, me subí al autobús y comencé a tallar mi mano, el ardor era insoportable, parecía que me ponía yo una flama de fuego en el dedo menique; los dos dedos del pie izquierdo no los sentía y comencé a moverlos para que tuvieran circulación.DSC_5047 

Como 40 minutos más tarde, volvían a la normalidad mis extremidades, pero no me había importado tanto dolor que iba sintiendo, lo que pude ver en ese corto periodo de tiempo, aquella majestuosidad que pude tener frente a mis ojos, fue sublime, se había abierto el cielo para mostrarme la grandeza y el esplendor de la naturaleza. DSC_5041_1Todo lo que pude tener frente a mis ojos valió más que haber tratado de tomar una excelente foto, me importó más admirar la maravilla que tenía sobre de mí. DSC_4950_1Todo a mi alrededor era un momento mágico, único, que no cualquiera logra verlo; cazar las auroras no es fácil, y yo estaba cerrando un capítulo que había soñado desde mucho tiempo atrás y que esa noche fantástica estaba culminando, llegaba a su fin aquel cometido que me había propuesto: ver a la aurora boreal. DSC_4959_1

 La temperatura a la cual estuve expuesto fue de (-33°C), (-29°F) ¡bajo cero! (El bus llevaba un termómetro donde íbamos viendo como subía o bajaba la temperatura, en ambas escalas). DSC_5051_1

Venía yo feliz de haber realizado este viaje tan largo, tan lejos de casa y cuyo propósito más importante era ver las «auroras boreales», un sueño que comencé a tener años atrás y que me propuse cumplir. Los sueños se sueñan y se realizan y en ese momento era yo la persona más feliz del mundo por haber visto la grandeza de la naturaleza. DSC_5005_1 Alaska me dejaba un buen sabor de boca, me habían tocado unos días maravillosos, unas temperaturas nunca antes sentidas, ver y admirar esas montañas tan grandes cubiertas de nieve para mí era un sueño hecho realidad, y, sobre todo, haber podido ver las luces del norte, las auroras, ya que no todos han sido tan afortunados para poder admirarlas. Con mis compañeros de tour del día siguiente, fuimos a una montaña donde hay aguas termales, se localiza en una zona tan obscura, que se pueden apreciar las auroras, pero esa noche no tuvimos la dicha de verlas en todo su esplendor… sí se vieron, pero estaba nublado y ellos, mis compañeros de tour, se iban de regreso a sus lugares de origen al día siguiente sin haberlas visto; así me sucedió a mí cuando estuve en Islandia, pero esta vez sí pude cazarlas y eso ya para mí había sido una gran bendición. ¡Gracias Alaska! Me has dejado enamorado de tanta belleza natural, tantas expresiones de la naturaleza que pude constatar, sentir y vivir, ¡tanto así que algún día volveré…!  DSC_4658_1

Al día siguiente era mi último día, así que me fui a turistear al centro de Fairbaks, en autobús, el transporte es gratis y en menos de 30 minutos estaba yo en el centro, comprando algunos souvenirs. 1637607368913Entré a un museo para aprender más sobre cómo vive la gente en Alaska, cómo soportan tan bajas y extremas temperaturas y hasta a un restaurante ruso me meti a tomar una copa de vino y comer algo; entre rusos me hallaba yo, que bebían y reían y de pronto, que escucho un inglés con acento latino, cuando esta mesera se, acercó (la otra mesera, la que me recibió era rusa), le pregunté en inglés de dónde era y me respondió: «I am from Mexico…» jajaja le respondí, I’m from la tierra de Andrés Manuel López Obrador, from Macuspana, Tabasco… jajaja, reímos y platicamos y hasta la invité a una video llamada con mis amigas las de Tabasco (Cunduacán, Jalpa de Méndez y Villahermosa), estábamos conectados platicando desde Fairbanks, Alaska mientras yo bebía mi copa de vino. 20211122155334_IMG_5419Una tarde sumamente muy agradable, intercambiamos direcciones y bueno, así me despedía esta ciudad gélida, con 27°C bajo cero. Mi vuelo de regreso a casa saldría hasta las 2:30 de la madrugada, así que me quedé en el centro de esa ciudad caminando y entrando a tiendas y mirando y tomando café posteriormente, en un café muy simpático donde me quedé haciendo mis blogs, en fin, un viaje muy placentero lleno de muchas emociones naturales, y, sobre todo: ¡mágico! 1637560459320

Correctora ortográfica por: Alicia Alvarado Ballesteros. 

 


«San Antonio de cabeza»

Le confirmé a mi amiga Diana Ruiz que iría unos días a pasar mis vacaciones en su casa, en San Antonio, TX. Me organicé y compré mi boleto para llegar lo antes posible. Sabía de la tormenta invernal que se avecinaba y, justo arribé a San Antonio antes de que comenzara a cambiar el tiempo (escéptico yo, un día le comenté a Diana que no creía que hiciera frío en Texas, -claro que yo estoy acostumbrado al frío de New Jersey y nunca pensé lo contrario) Llegué un miércoles por la noche y por lo tanto, sólo me fui dormir, así que fue hasta el día siguiente que Diana me dijo que fuéramos al centro de la ciudad para visitar «The Alamo». Primeramente, comenzamos a caminar en el «River Walk» por largo tiempo, admirando la solitaria belleza de lo que algún día fue un lugar con mucha algarabía y repleto de gente; los turistas escaseaban, creo que sólo ella y yo éramos los únicos locos que estábamos por allí caminando, ya con una temperatura de cero grados. No sé a qué se debía (quizás por la humedad), pero se sentía mucho frío esa mañana. Continuamos nuestro recorrido por la parte superior del río, visitando algunas tiendas de souvenirs y admirando la belleza del Centro, hasta que llegamos a The Alamo. «La batalla de El Álamo (23 de febrero-6 de marzo de 1836) fue un conflicto militar crucial en la Revolución de Texas que consistió en un asedio de 13 días de duración, desde su inicio el 23 de febrero hasta el asalto final del 6 de marzo de 1836. Enfrentó al ejército de México, encabezado por el presidente Antonio López de Santa Anna, contra una milicia de secesionistas texanos, en su mayoría colonos estadounidenses, en San Antonio de Béxar, en la entonces provincia mexicana de Coahuila y Texas (hoy estado de Texas, Estados Unidos)». El temporal de frío ártico comenzó a azotar Texas para entonces… La temperatura comenzó a bajar drásticamente hasta -12°C y, por si fuera poco, inició la lluvia que, debido a las bajas temperaturas, se iba congelando conforme caía el agua en la superficie… A pesar de que «Texas presume de ser el mayor productor de energía de todo Estados Unidos y uno de los más grandes del mundo», comenzamos a experimentar la falta de luz eléctrica durante el día y, llegada la noche, la falta de energía nos dejaba a obscuras por un par de horas y volvía por otro periodo de tiempo. Diana tenía bien preparada su casa para tal eventualidad -y hasta le decía yo: “Por si alca” (por si al caso), así jugaba yo con ella; pero pude constatar que tenía leña como para vivir eventualmente otra contingencia más… En el jardín detrás de la casa, hay varios árboles que Diana ha ido podando durante el tiempo que ha vivido en ella y es así como pudo juntar tantos leños y tenerlos por ahí resguardados. La primera noche que la luz comenzó a fallar, todavía me quedé a dormir en la habitación que ella me había asignado a mi llegada, pero ya la siguiente noche, el frío fue insoportable (a pesar de que yo no soy nada friolento). Diana me había ofrecido un cobertor más grueso, que realmente nunca pensé utilizar, hasta que sentí que mi cabeza y mi nariz no las podía calentar; nunca acostumbro a cubrirme de pies a cabeza, pero esa noche no soporté el frío y me enrollé como momia, tratando de no moverme para que no penetrara el aire helado, ya que la temperatura bajaba cada vez que la corriente eléctrica se iba. (Diana ya había activado la chimenea con los leños). Al día siguiente perdimos totalmente la energía eléctrica y no teníamos Televisión, por lo que no podíamos ver las noticias, a no ser que fuera en nuestros celulares, pero ya para entonces, el internet se volvió peor que lento, a veces ni siquiera teníamos señal alguna. Las noches posteriores tuve que bajarme a la sala para poder dormir calientito, pues la chimenea era el único medio que nos proporcionaba calor gracias al fuego con los leños y también para cocinar, pues una vez que perdimos la energía eléctrica, Diana se las ingeniaba para cocinar con leña, ya que su estufa era totalmente eléctrica. Diana tiene 4 mascotas: una perrita chihuahua de nombre «Peque» dos gatos de nombres «Nina Peludina” y “Marcela la fea» y un conejo llamado “Pancho”, este pequeñín, atizó más el fuego (en sentido figurado), cuando mordisqueó el cable del internet de la TV, por lo que nos quedamos completamente incomunicados; el frío ya comenzaba a calarnos los huesos, no sabíamos si poner a San Antonio de cabeza o dejarlo así en la repisa para ver si mejoraba la situación extrema que comenzábamos a sentir… Nina es una gatita hermosa y peluda, bueno, resultó ser gato (Nino) y Marcela, una gatita recogida de la calle (al igual que Nina); pero Marcela resultó feíta, lo único bello de ella son sus ojos amarillos, de ahí en fuera, nada que ver de la pobre gata, jajaja. A Pancho aún no se le ha podido saber si es él o es ella o las dos cosas… Estos animalitos de la creación nos distraían, pero veíamos cómo también comenzaban a sentir frío: los gatos se acicalaban entre sí y se acurrucaban para coger calor; la pobre «Peque» sólo salía al patio (con el frío que hacía), a hacer sus necesidades, pero yo sentía que cada vez que regresaba, volvía más tullidita (ya está bastante viejita), saltaba a su canasta y ahí se quedaba por horas durmiendo. Durante la contingencia, mi amiga Diana comenzó a notar que, en la pecera, sus dos peces «Beta» (de nombres Coral y Marlín) estaban muriendo a causa del frío… Diana no es «protectora de animales», ¡es sobre protectora de los animales! tanto así, que hizo circo, maroma y teatro para colocar las peceras junto a la chimenea y de esta forma poder calentar poco a poco el agua de los peces; yo realmente pensé que no se salvarían pues ya los veía yo «boqueando», como dicen cuando un pez está en las últimas, en fin. Diana bajó las dos peceras y ahí permanecieron junto a la chimenea; mientras tanto, veo que les pone agua a las ardillas en un recipiente y a los pájaros que vuelan normalmente en su jardín… más tardó en poner el agua, que lo que tardó en congelarse en el recipiente, jajaja. Luego trajo a una lagartija que literalmente estaba hecha paleta, es decir, congelada, más tiesa que muerta; la puso cerca de la chimenea, pero ésta sí pasó a mejor vida… más bien, ya había pasado a mejor vida… no revivió. Pero de los que sí me quedé atónito, fue ver a Coral y a Marlín recuperarse de morir congelados. Pero tengo que hacer una mención especial (por el tiempo que me tardé en terminar este artículo, se presentaron tristes novedades), y es que, hace un par de meses, me enteré que a la pobre gata Marcela la fea, se le acabaron sus 7 vidas, pues por traviesa, le cayó un mueble encima, estando de visita en casa ajena… QEPD la gatita de los ojos maravillosos. Su hermanit@ «Nina» tiene Instagram, por si la quieren seguir: @ninapeludina (110 followers). Esa mañana, después de la caída de 4 pulgadas de nieve, Diana comenzó a hacer su muñeco de nieve (el cual quedó muy bonito), a la entrada de la casa por el jardín; nos divertimos un rato tomándonos unas cuantas fotos junto al helado muñeco. Ya más tarde, le dije a Diana que iría al supermercado, pero a pie, y que agarro mi chamarra, mi bufanda y guantes y me echo a andar (no fue buena idea). Para llegar al supermercado tenía que cruzar un puente bastante alto y pues ahí voy; al comenzar a cruzarlo, comencé a notar el piso resbaladizo, de tal forma que me comenzó a dar miedo, iba yo caminando del lado derecho justo al lado del precipicio, por lo que me cambié al lado izquierdo y, a como pude, me agarré del barandal, (si por cualquier cosa resbalaba, creo que no la contaba…), y así seguí, cuando justo a la mitad del puente, venía una pordiosera con todo y sus tiliches del mismo lado mío; al verla, noté el miedo en su semblante, y sólo me dijo: “¡Vengo aterrada!”, con el pánico reflejado en su cara y le dije: “Señora, no se suelte de ahí, porque no la cuenta”… Dejé que pasara y en ese momento, los carros que a poco más de un metro cruzaban también el puente, comenzaron a resbalar y venirse por la inclinación del puente hacia nosotros… A como pude, aligeré el paso para salir de eso, pues presentía que todos los autos iban a hacer carambola; uno que otro sí pegó con algunos otros autos y poco a poco siguieron su camino, saliendo de esa pista de patinaje. Regresé a como pude a casa de Diana. Ya el supermercado era un caos, había mucha gente y no quise ni llevar nada en las manos; pensaba en el regreso a casa y sentía que era peligroso si llevaba las manos ocupadas. Por fin llegué sin ningún contratiempo, simplemente para contar la historia de mi salida al supermercado. San Antonio estaba de cabeza, no había luz, la pandemia y las cosas escaseando. Salimos un par de veces, pero solo para conseguir algo de comer, aunque teníamos gasolina y alimentos en casa; el aburrimiento sin poder hacer nada nos tenía ya abrumados. Una de las veces que salimos a «buscar comida», Diana y yo íbamos escudriñando dónde veíamos algo abierto, pero todo estaba cerrado… De repente, vemos una línea larga, larga de autos formados en un restaurante de pollos asados, así que ahí vamos y nos ponemos en la fila, la cual iba lentamente avanzando, mientras tanto, nosotros tratando de pensar en lo que íbamos a pedir, algo diferente de lo que teníamos en casa; yo comencé a imaginar mi medio pollo asado, con ensalada y mi refresco…; así íbamos, lentamente avanzando… cuando llegamos a la «ventana» del establecimiento… ¡¡¡nos quedamos Diana y yo en shock!!! alguien había hecho una broma: se habría puesto en línea y a tanta desesperación que imperaba en esos momentos en San Antonio por la escasez de gasolina, restaurantes y supermercados cerrados o con horarios estrictos, la broma había sido una bomba: ¡No estaba abierto el local! Simplemente Diana y yo comenzamos a cagarnos (literalmente) de la risa y nos fuimos a casa con todo lo que habíamos imaginado que íbamos a pedir para cenar jajaja. La fila de autos detrás nuestro, era ya kilométrica. Pero, aun así, conseguimos algo de comer en otro establecimiento que sí estaba abierto, aunque a punto de cerrar por no tener luz y tratando de vender lo que se les podría echar a perder en unas cuantas horas más. Después de que pasó la contingencia, Diana y yo pudimos por fin salir del encierro e irnos a Austin, TX para visitar aquella ciudad, pero… ¡Oh desilusión!, no había nada abierto, todo cerrado y los jardines increíblemente acabados por la helada. Lucía una ciudad desolada y terriblemente espantosa… aun así, pude tomar algunas fotos, pero sin más, tuvimos que regresar a San Antonio. Mis vacaciones se terminaron y tenía que volver… Pude haber salido del caos en Texas mucho antes, pero no pude por las inclemencias del tiempo, aeropuertos cerrados y accidentes en carreteras, no cabe duda que San Antonio estaba de cabeza. Yo pienso en los 10 días que estuve atrapado bajo cero en Texas, sólo dos días pude disfrutar en plenitud, pero bueno, no hay peor cosa que no salir de lo mismo y San Antonio de cabeza, aun así, fue una gran experiencia para contar. Correctora ortográfica y sintaxis por Alicia Alvarado Ballesteros @Balles20
The Alamo

The Alamo. San Antonio, TX
Marcela QEPD
The Alamo. San Antonio, TX
River Walk, San Antonio, TX
«Snowman»
Austin, TX

Nina Peludina
«Estalactitas» agujas de hielo colgantes por helada.

Sin luz junto a la chimenea #SanAntonioDeCabeza
Austin, TX

«Vivir la vida a plenitud» In Memoriam. (1960-2020)

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«Amorphophallus Titanum»

20200713_125540«Falo Amorfo Titánico» es el nombre que recibe esta extraña flor que pude apreciar hoy en el «Longwood Garden» (Jardín Botánico) en el vecino estado de Pennsylvania…

También conocida como la flor más grande del mundo, pues suele medir hasta 2,74 metros de altura y con un peso de 278 libras.dsc_6019

La anunciaron por todo lo alto en las redes sociales de este Jardín Botánico, así que me di a la tarea de acudir a apreciarla directamente en su maceta; era la «estrella» del lugar y sin duda mucha gente esperaba verla en vivo, así que decidí ir y manejar por un poco más de 2 horas hasta llegar a su encuentro; obviamente también para ver cientos de miles de flores y frutos y lo más importante, plantas de todas partes del mundo ahí conservadas y con la temperatura ideal para su entorno en cada sala de exhibición; muchas otras especies están al aire libre entre hermosos jardines de color verde tropical… Por un momento, cuando visité las salas donde están las palmeras y platanales y algunas orquídeas que se dan en mi tierra, me hizo sentirme en mi querido Edén, en mi estado de Tabasco, con sus diferentes tonalidades verdes tan características de él.dsc_5965

Hoy con la pandemia del Covid-19 el Jardín Botánico tiene sus reglas, como guardar la distancia establecida, permanecer con cubre bocas todo el tiempo en el interior de las instalaciones y en sus áreas al aire libre también. El costo de entrada es de US$25, con riguroso horario establecido para controlar a las masas. Uno por uno, incluidas familias, van accesando al jardín; el lobby permanece con sus puertas abiertas totalmente para que no toques nada; la persona que te atiende a la entrada muy amablemente te da la bienvenida, escanea tu ticket y te orienta para continuar en dirección a los jardines, los cuales son inmensos y rodeados de flores naturales en excelente estado de conservación; cada planta o arbusto cuenta con su información científica y explicación correspondiente. Así recorres gran parte del jardín entre pinos, árboles inmensos y lagos, y un verdor esplendoroso. En algunos lugares dentro del bosque, hay «casas en los árboles» donde puedes subir mediante escaleras y observar desde lo alto entre arbustos y ramas, puentes y veredas pintorescas y llenas de color.20200713_143220

También el jardín ofrece alimentos y bebidas, refrescos y hasta vinos y cerveza, llegas a la entrada del restaurante (obviamente todo afuera, en el inmenso patio), te recibe la anfitriona y te explica cómo pedir tus alimentos y seleccionas tu mesa al aire libre y bajo la sombrilla o a la sombra natural de un gigantesco árbol; así mi amiga Diana y yo, acudimos a la mesa que seleccionó ella y la chica nos acompañó y nos dio las instrucciones para ordenar.dsc_5925

Escaneas con tu celular, una hoja que está sobre la mesa: un «código QR», que es una especie de código de barras y posteriormente ya podrás ver en tu dispositivo, el menú y los precios y ordenar lo que desees comer y beber. La anfitriona pone sobre la mesa una especie de semáforo en rojo con el número de nuestra mesa y en menos de 5 minutos llegó una persona con nuestras bebidas refrescantes, un minuto más tarde, nuestras «flamantes y carísimas hamburguesas» jajaja, sabrosas sí, pero muy raquíticas; dentro de cada paquete, en un sobre de plástico debidamente sellado, una rebanada de tomate, cebolla y lechuga, (la nueva normalidad) y sobrecitos de cátsup, mayonesa y mostaza… ¡sin papas fritas! (dos hamburguesitas, con dos refrescos de soda US$40) Aun así, muchísimo más baratas que una hamburguesa que comí en Napa Valley en California, cuando fui a San Francisco. Obviamente son alimentos que matan el hambre que te da la caminada por el jardín…20200713110759_img_4833

Poco después de caminar bajo el intenso sol y el calor, y después de perdernos en el bosque por unos 45 minutos, pudimos retomar el camino que nos llevó al edificio principal donde se exhiben las diferentes plantas por regiones y ecosistemas, unas más calientes que otras, y otras con una humedad que se va sintiendo al ir observando las salas de plantas y flores.dsc_5987

Al entrar al área de las orquídeas, el dulce o dulcísimo olor a vainilla y diferentes aromas, te hacen sentir ese sabor en la garganta, los olores son tan dulces y fuertes que de inmediato sientes el impulso de dejarte guiar por el aroma hasta encontrar cuál es la flor que está emitiendo tan singular dulzura.dsc_5992

El tiempo pasa lentamente mirando esa gran variedad de orquídeas, todas son distintas y los colores impresionantes y diversos, y la dulzura de sus aromas te envuelven el alma…dsc_5976

Más tarde nos dirigimos a los estanques donde se encuentran las flores conocidas por su belleza, las flores altamente ornamentales: las flores de «loto», que son extremadamente fragantes y simbólicas en muchas culturas.dsc_6032

Las «placas verdes flotantes» son las hojas con un borde hacia arriba, crecen con una velocidad asombrosa y dan un aspecto de balsas flotantes… así encontramos diversas y variadas flores sobre el estanque, tales como «Egyptian Waterlily», una gran cantidad de flores, aromas y colores…dsc_6095

Por último, llegamos a la «hedionda estrella del mundo vegetal»: la flor cadáver, y en su clasificación científica #AmorphophallusTitanum literalmente «Falo Amorfo Titánico». Es una planta herbácea, tuberosa conocida a veces como la flor más grande del mundo…20200713134227_img_4866

Esta especie es originaria de las selvas tropicales de Sumatra (Indonesia) y además de su extraordinario tamaño, posee otra característica que la hace única: desprende un fétido olor a carne podrida, lo que impide estar cerca de ella por mucho tiempo. Por esta razón se la ha denominado «flor cadáver». La función de este desagradable aroma es la de atraer insectos polinizadores para que se encarguen del intercambio de polen necesario para su reproducción; atraen moscas que buscan cadáveres en los que depositan sus huevos de los que saldrán luego larvas saprófagas.20200713134249_img_4870

Al abrir la flor, luce un color rojo intenso en su interior, que se abre al madurar, formando una estructura acampanada; el olor fétido comienza a brotar aún con más intensidad durante la noche, al cerrar ligeramente el ‘pétalo’ gigante y antes del amanecer, al abrir nuevamente; así la gigantesca y hedionda flor durará entre 24 a 48 horas antes de que el gigante «falo» caiga y muera la apestosa flor.20200713_141027

Son muchos jardines botánicos que alrededor del mundo cultivan este tipo de especímenes, entre los más importantes se encuentran Bonn, Alemania; Wageningen, Holanda; Bogor, Indonesia; Nueva York, EEUU; Basilea, Suiza, por mencionar algunos.20200713_135133

En México, las ultimas floraciones que se han hecho públicas fueron el 25 de abril del 2009, en Rio Blanco en Veracruz y en el Jardín Botánico Doña Falla el 12 de marzo del 2012 en Xalapa, Veracruz.dsc_6020-1

Fue un placer haber conocido este espécimen raro en el mundo, haberla visto en vivo y fotografiarla me dejó un mensaje de conservación para este tipo de flores, aunque desafortunadamente no pude verla abrir… Justo a una hora de haber abandonado el Jardín Botánico, la «apestosa» flor comenzó a mover sus gigantes pétalos y a llenar el lugar de su peculiar aroma a muerto. No pude olerla ni ver esta fase, quizás la más importante, pero me dio mucha alegría haberla visto y admirado; una planta que, a lo largo de su vida de aproximadamente 40 años, solo logra florecer una vez cada 4 a 6 años.dsc_6035

Mientras la visitaba, la transmisión en vivo por YouTube nos permitió saludar a muchos de mis seguidores, la famosa flor hedionda de Sumatra estuvo siendo filmada y trasmitida en vivo y en directo por esta red social; enviamos pues textos a nuestros seguidores, quienes de inmediato ingresaron a la red para recibir los saludos que les dirigíamos Diana y yo. Jajaja fue muy divertido jugar junto a la «apestosa», tomarnos fotos (selfies) y continuar nuestro camino hacia la calurosa sección de los cactus y nopales.screenshot_20200714-151527_twitter Al final de cuentas, pasamos 4 veces seguidas a ver a la dichosa flor, y hasta la edecán que recibe a los visitantes en esa sala, nos dijo: «¡En verdad que son fanáticos de la flor! Adelante, pueden pasar cuantas veces lo deseen.» Y no era para menos… ver y admirar este espécimen no es de todos los días.screenshot_20200714-001036_youtube-1

(esta última fotografía es cortesía de la página de YouTube de Longwood Gardens).

Corrección ortográfica por Alicia Alvarado Ballesteros.


«Crónica de la gran manzana en tiempos de pandemia»

Precisamente en enero de este año 2020, fui a la gran manzana para ver una obra de teatro en Broadway: The Lion King. En esa ocasión tomé el tren para llegar a la hora exacta, era una tarde fría y con mucha gente. Cuando descendí del tren, caminé hasta la zona de teatros en pleno corazón de Manhattan; me tomó algún tiempo llegar, aún caminando muy rápido entre el tumulto de gente…
Una mañana, poco tiempo después de esa visita, mi amiga de aventuras Diana Ruiz y yo, decidimos ir nuevamente a la gran manzana para sentir a esa gran ciudad en tiempos de pandemia; nos preparamos con todos los protocolos de higiene que exige nuestra seguridad, cubre bocas y desinfectantes, en fin, en esta oportunidad nos fuimos manejando y sin prisas, la carretera estaba algo transitada pero no lo habitual, se percibía más descongestionada; los letreros electrónicos durante el camino, advertían varios dispositivos de higiene: «Face coverings in service areas»; uno que me llamó mucho la atención fue aquel que decía: «Arriving from out of State? call 511 to determine quarantine status» (¿Arribando desde fuera del Estado? marque 511 para determinar su estado de cuarentena). Poco después de haber cruzado la línea que divide el estado de New Jersey con el de New York, había un letrero que decía «We are NY Tough» (Somos un New York fuerte) y que pude observar en reiteradas ocasiones ya dentro de la Ciudad de Nueva York.
No cabe duda que esta pandemia ha cambiado al mundo entero, no cabe duda que nos ha cambiado la manera de vivir a todos…, Fotografía donada por: Diana Ruiz mientras nos íbamos introduciendo por la zona de Brooklyn, noté la poca afluencia de tránsito, mucha gente dentro y fuera de los automóviles con mascarillas, así llegamos hasta el Ayuntamiento de la ciudad, ahí dejamos el auto estacionado y nos dispusimos a caminar… Fotografía donada por: Diana Ruiz la gran mayoría de la gente con cubre bocas, otras ni por error lo usaban y varios más con sus mascarillas mal puestas, con la nariz por fuera, en fin, así percibí la pandemia en la gran ciudad.
Fuimos especialmente a un punto en Brooklyn, para ver una de las calles que fue pintada con letreros amarillos sobre el terraplén donde se lee: #BlackLivesMatter y que diera origen al movimiento del mismo nombre.  Posteriormente nos dirigimos hacia el bajo Manhattan, donde estacionamos el auto y decidimos caminar hacia la primera torre del histórico puente de Brooklyn. Vi una Ciudad de Nueva York vacía, solo gente local, una ciudad sin sus turistas (observadores como nosotros quizás, pero nada más). Un apacible recorrido sobre el puente que nos dio tiempo de hasta posar para la foto, la otrora aglomeración de turistas había desaparecido, solo unos cuantos transeúntes y ciclistas corrían por ahí… nos dio tiempo hasta de posar para las fotos usando tripié y toda la cosa.
Al retornar del recorrido, me dio mucha tristeza ver lo feo que quedó Manhattan con el movimiento #BlackLivesMatter: edificios públicos pintarrajeados, grafitis por donde volteabas, las banquetas rayadas con lemas sobre esta marcha, zonas rodeadas con rejas y más grafitis, en fin, una gran ciudad que había perdido su encanto, su algarabía, su belleza, una ciudad triste, asolada y nada bulliciosa; el césped alto, basura, mucha basura, así se aprecia la gran manzana después del movimiento BLM y la pandemia del Covid-19.
Negocios cerrados y aparadores cubiertos con plafones de madera, que también estaban pintados con grafiti, algunos restaurantes abiertos con comida para llevar o para comer afuera en mesas improvisadas sobre las banquetas o abajo en la calle; las famosas cafeterías Starbucks con espera de clientes afuera y uno por uno entrando (pocos, muy pocos clientes) nada de lo que estábamos acostumbrados a ver, aquella aglomeración ahora «pandémica» ha desaparecido casi en su totalidad.
La gran manzana no luce nada bien, el Covid-19 la ha dejado desolada, triste y sin turistas, fue impactante ver (nada), sin algarabía, sucio y apagado, vacío (solo gente local), sin duda no es aún el momento de visitar esta gran ciudad que tiene mucho que ofrecer, esperemos que en un futuro próximo, la veamos lucir en todo esplendor, en lo que es la belleza cotidiana de la Gran Manzana, ¡la Ciudad de Nueva York!
Correctora ortográfica : Alicia Alvarado Ballesteros.

Fotografía donada por: Diana Ruiz


«There she is! ¡Ahí esta!»

Caminaba con Anna Rosenthal, la esposa de mi amigo Luis Tecco a orillas del lago Washington en Renton, WA. Ella me había dicho que no iba a ir a trabajar esa tarde para mostrarme algunos aspectos lindos que podrían gustarme de mi estadía en el estado de Washington. Yo le había dicho que me encantaban los paisajes montañosos y sobre todo si aquellas montañas o volcanes estaban nevados, esa es una pasión que siempre he sentido por estas panorámicas vistas…
Anna dudó y pensó por un instante dónde comenzar a disfrutar esa tarde despejada completamente (algo no normal en Seattle) que estaba terminando, así que decidió llevarme a caminar junto a este lago. La noté emocionada y preocupada, dudando si en verdad era la mejor opción, pero le comenté que para mí ya era demasiado con que se hubiera tomado la delicadeza de estar conmigo y dedicarme su tiempo… así que continuamos caminando y platicando sobre algunos viajes que he realizado y ella también me comentó que le encanta viajar, sobre todo que ha ido junto a Luis muchas veces a México. La tarde comenzó a caer y el sol dorado comenzó a teñir con su color clásico aquel paisaje frente a mí y me tenía muy entretenido y admirado…, entre plática y plática y después de haber dejado atrás «su edificio donde vive» y admirando aquel panorama y el camino donde los transeúntes como nosotros también disfrutaban de aquella tarde fresca de invierno, Anna me dijo que ella salía mucho a hacer ejercicio en ese pintoresco camino, que para ella era muy lindo el recorrido, que la llenaba de energía pues además estaba en este parque junto a su apartamento. Habíamos ya caminado bastante y ella se paró de repente en aquel andador entre árboles y pinos, después de haber cruzado un pequeño puente andador donde la gente se detenía a admirar el paisaje… me paro yo también abruptamente y ella voltea y con un cargado gesto de admiración me dice: There she is!!!Yo volteo rápidamente y lo primero que observo es la larga distancia que habíamos recorrido ya, siendo mi punto de referencia en ese momento, el edificio de apartamentos donde viven ella y Luis … me asombré por lo lejos que ya estábamos y en un segundo volteo a ver hacia atrás para observar otros aspectos como el color dorado del sol y ella se queda estupefacta, desconcertada y asombrada ante mi actitud, como si no me importaba esa «vista» que ella me estaba mostrando; de repente observo su cara y vuelvo en un instante a ver lo que ella había puesto frente a mis ojos y ¡logro ver por fin frente a mí, aquella postal tan hermosa con la que ella estaba tratando de sorprenderme! y sí, de la misma manera reaccioné y exclamé en inglés Oh-My-God…!!! ‘Guao’ ¡Ahí esta!
Ahí estaba pues aquel «Mount Rainier» completamente nevado frente a mis ojos, me quedé impresionado con ese volcán, el de mayor prominencia de los EEUU con una altura de 4,392 metros sobre el nivel del mar.
Volví a mirar a Anna y exclamé: ¡Gracias por haberme traído hasta aquí y poder ver esta maravilla! Gracias y disculpa mi reacción tan simple y de poca importancia, pero en verdad pensé que como veníamos hablando de lo precioso que es este andador y que todas las mañanas lo utilizas para hacer tus ejercicios, pensé que lo que me estabas presumiendo era lo lejos que alcanzabas recorrer. Gracias nuevamente -le replicaba- por dejarme disfrutar esta belleza natural. Ya en ese momento, la punta del volcán, se tornaba dorada por los últimos destellos del sol y desde donde nosotros alcanzábamos a ver, a un costado del lago.
Concluimos la travesía de regreso, riéndonos como locos por lo que ella estaba presumiéndome y de mi estúpida y simple reacción ante ese hermoso volcán y una vista majestuosa que el clima me estaba dando la oportunidad de admirar (el clima en Washington es normalmente nublado y lluvioso, tienen muy pocos días soleados). En ese momento le dije a Anna: «Ese será el título de mi próximo escrito… There she is!«
Aterricé en la hermosa ciudad de Seattle, Washington, después de 6 largas horas de vuelo y de costa a costa #FromCostToCost, un viaje que me había prometido realizar y quería que siguiera la misma línea de los anteriores, un encuentro con lo natural antes que desaparezca y termine invadido de plástico y hierro.
Esa tarde me fui a caminar al centro de Seattle, me monté en el tren ligero «Link Light Rail» muy cómodo, bonito, limpio, rápido, sumamente vigilado y sobre todo silencioso y muy moderno; recorriendo unas vistas espectaculares de la cordillera, las montañas y volcanes, así como también, de los rascacielos de la ciudad. Me bajé donde Luis me había dicho que lo hiciera y comenzó pues mi caminata por el centro de la ciudad, caminé sin rumbo a donde mis pasos me llevaran… una ciudad limpia, bella, elegante y con colinas… entre ratos me recordaba un poquito a San Francisco, junto a la bahía, con hermosos paisajes, montañas nevadas y muchos, muchos pinos (evergreen). Ya era tarde y solo aproveché esa hermosa llegada de mi primer estadía en esta ciudad.
Al día siguiente, muy temprano, realicé el mismo recorrido y fui, ahora sí, ya de turista hacia el «Public Market Center» un mercado espectacular a orillas de la bahía de Elliot desde el 17 de agosto de 1907, uno de los mercados más antiguos de los EEUU y un punto turístico muy importante (más de 10 millones de visitantes anualmente). Ahí se vende cualquier cantidad de pescados y mariscos frescos así como también frutas y verduras y por supuesto no podía dejar este simbólico mercado sin probar una deliciosa sopa de mariscos frente a aquella bahía donde la saboreé (de lo más rico) con una copa de vino blanco. Justo al frente de este mercado sobre la calle «Pike» se encuentra la primerísima tienda de la famosa cafetería a nivel mundial «Starbucks», donde por supuesto entré a comprar mi taza de café. Conocer aquel pequeño establecimiento tan famoso y tomarme mi foto frente al logo en la entrada donde tienes que hacer fila para poder tomar tu selfie (pero yo llegué como Juana por mi casa, no había gente, me planté al frente y obtuve mi esperado recuerdo). Tienen que conocerlo algún día, es muy bonito recorrerlo y sentirlo.
Justo a un costado de este espectacular mercado se encuentra un callejón sobre la calle «Post Alley» más conocido como «The Wall Gum» (Una pared de ladrillos cubierta de chicles usados). O sea, mascas tu chicle y lo pegas donde encuentres espacio, hasta en el piso habían chicles… Esta tradición de pegar el chicle en la pared comenzó en 1993, justo a un lado de la taquilla del Market Theater, los asistentes a las producciones de teatro, pegaban goma de mascar en la pared introduciendo una moneda en su interior mientras hacían cola. Los empleados del teatro retiraron los chicles hasta dos veces pero finalmente desistieron después de que los jefes del mercado consideraran la pared de chicle como una atracción turística cerca de 1999. Algunas personas han creado pequeñas obras de arte con goma de mascar (cabe mencionar que fue nombrada una de las atracciones turísticas más contaminadas por gérmenes en 2009). Salí de ahí con una sensación en la suela de mi zapato que ya se pueden imaginar y con un ‘sabor’ a chicles en la garganta …

Esa misma tarde aproveché a caminar por el barrio Chino que al principio me dio un poco de miedo, pero después, al entrar a una tienda, le pregunté a la cajera si era seguro caminar por ahí y me dijo que sí, así que eso hice, no demostré miedo y caminé como por mi casa, de esa forma llegué al «Space Neddle» (Aguja Espacial) construida en 1962 en el centro de la ciudad (184 metros de altura). En el interior, el piso de cristal gira 360 grados en exactamente 47 minutos; la vista hacia abajo parado uno en el cristal giratorio es simplemente de terror pero a la vez espectacular, tanto ahí como en su mirador en el exterior donde sus cristales inclinados hacia afuera dan otra sensación de terror al reclinarse sobre de ellos. Subir y admirar el paisaje es muy lindo e interesante, la vista de la ciudad no deja de ser fabulosa.
De regreso pasé a «The Spheres» (Las Esferas), son las oficinas matriz y campus de Amazon, es la casa de 40,000 plantas de 50 países. Desafortunadamente no pude pasar a admirar esa ‘amazonia’ tan espectacular, pues ese día que llegué hasta ahí, no había entradas para visitas, aunque sí puedes bajo reservación hacerlo. El guardia en la entrada, simplemente me permitió admirar lo hermoso de esa selva tropical ahí dentro por unos minutos; se quedó conmigo explicándome un poco más sobre lo que hay en el interior, y por más que le lloré, simplemente me dijo que no podía dejarme pasar, pero me dio la bienvenida muy afablemente a la Ciudad de Seattle y concluyó invitándome a regresar posteriomente. Ya con eso me quedé, y muy amablemente se quedó conmigo dándome una pequeña reseña de las oficinas centrales de Amazon (abrió en Enero de 2018).
Una de las noches Luis y Anne me llevaron a conocer la ciudad desde lo alto y a hacer un recorrido nocturno muy bonito; la ciudad de Seattle desde una colina luce sin igual, todo es calma y más tarde me llevaron a admirar la misma vista pero esta vez desde otro ángulo y de frente, aquella vista fue cautivadora. Al día siguiente fuimos a conocer la Ciudad Universitaria (Campus) de Microsoft, unas instalaciones gigantescas donde solo los «cerebritos» asisten a estudiar y dar a conocer todo lo que saben sobre tecnología, lo grande que es aquel espacio universitario de igual forma se puede comparar con su creador Bill Gates. Después de ahí, nos fuimos a conocer una catarata llamada ‘Snoqualmie’, un parque natural inmensamente relajante.
Después de unos 4 días de disfrutar la compañía tan agradable de Luis y Anne, llegó el momento de despedirme de ellos, agradeciéndoles enormemente sus atenciones y me dispuse a volar hacia Jackson en el Estado de Wyoming.
Al llegar al aeropuerto por la noche después de un largo «stop» en San Francisco, California, me hospedé en mi hotel para descansar y al despertar, me bañé y arreglé rápidamente, fui a desayunar y me propuse ir a recoger un auto que tenía rentado; me fui caminando, había mucho frío, la temperatura era bajo cero, todo estaba completamente cubierto de nieve, el pueblo muy pintoresco y rodeado de montañas, a una altitud de 1,885 m.s.n.m. Llegué por fin a la arrendadora y me puse en carretera con dirección hacia «Grand Teton National Park», no sin antes recorrer el parque refugio nacional de los «Elks» (Alces), hogar de la mayor manada de alces de la tierra. Al llegar a tan imponente montaña no paré de admirarla, caminé varios kilómetros sobre un andador totalmente cubierto por la nieve, me encontré a un guarda bosques con el cual me puse a platicar unos minutos, después caminamos juntos un tramo y posterioremente el siguió su labor.
Grand Teton abarca un área 1,255 kilometros cuadrados, su punto culminante tiene una altura de 4,197 m. El nombre de las montañas se atribuye a los tramperos «francófonos» de principios de siglo (los tres pezones: les trois tétons). Más tarde se acortó y adaptó al inglés como «Tetons». Esta zona cuenta con numerosos lagos y un ecosistema muy variado, el Jackson Lake con (24 km) y diferentes ríos. Seguí mi camino hacia Yellowstone al norte del estado, el paisaje era primoroso, no había mucha gente en esa carretera de dos carriles únicamente, me introduje hacia la reserva ecológica admirando cada detalle del bosque, me paraba en muchos puntos de interés y turísticos para tomar mis fotografías, así pude admirar muchas aves y hasta un «coyote» o «lobo» nunca supe que animal era, pero me quedé un buen rato siguiéndolo con mi cámara y mi potente lente para fotografiarlo lo mejor posible. No quería abandonar el lugar, era placentero el valle y le dediqué mucho tiempo, nunca había visto un animal así. Los turistas, pocos fueron parando al lado de la carretera al verme tan interesado en fotografiar a aquel espécimen tan hermoso. Así llegué hasta que me topé con una barricada donde me prohibían seguir hasta Yellowstone; la noche anterior había estado nevando mucho y en esta área del camino mucho más y se notaba: la altura de la nieve era de más de un metro, parecía una barda a la orilla de toda la vía. Entonces me desvié hacia un refugio y sí, ahí estaban unos vehículos que te podían llevar hasta Yellowstone pero por $300 dólares! Así que mejor decidí permanecer en el refugio, tomé un refrigerio, compré unos souvenirs y me devolví por el mismo camino al hotel; me dió mucho pesar pues intenté llegar hasta allá, pero como dice mi amiga Paola: ¡Volveré!
Al día siguiente decidí ir a un área de esquí para subir a lo más alto de la montaña en la góndola. Cuando llegué hasta allá ví a todo un mundo de gente y largas filas para subir al funicular. La gente estaba esquiando y disfrutando esa montaña, creo que no era para mí. Mejor me fuí a dar la vuelta de regreso por otra ruta que había visto ahí mismo en mi GPS, y allá voy poco a poco, internándome en esa carretera sumamente inclinada y nevando, los pinos estaban cubiertos completamente de nieve, el paisaje era precioso, pero el carro no me respondía mucho, no subía la velocidad a más de 35 millas por hora, por lo alto de esa cuesta, entonces mejor decidí bajarme en un paradero turístico para dejar pasar a la fila de vehículos que venían tras de mí; me dió un poco de temor pues la carretera estaba congelada y el carro resbalaba un poco de repente, por eso decidí tomar un pequeño descanso.
Al continuar mi trayecto, crucé esa pequeña cordillera hasta la línea divisoria del vecino estado de Idaho donde no era nada despreciable la panorámica, era bello el lugar y fui durante largo tiempo manejando a orillas de un gran lago, justo a la falda de la montaña, así continué mi ruta hasta retornar nuevamente a Jackson, WY.
Al día siguiente visité las oficinas de turismo de la región, justo al lado del refugio de los alces, donde miles de ellos se habían acercado y pude admirarlos; después tome una ruta y entré a ese refugio en el auto, donde también pude apreciar las cabras «locas» me asombró (cosa que no había visto antes, solo en películas) cómo estas pequeñas cabras, se acercan a los peñascos altísimos en las rocas y caminan como si nada, no les dan miedo las alturas y los desfiladeros que hay.
Más tarde me dispuse a subir a la «Snow King Mountain» justo al pie de la ciudad, hacia el sur con 2,380 metros de altura y con un mirador alucinante; el funicular tardó unos 20 minutos en subir; la vista desde lo alto es simplemente espectacular, el día estaba totalmente despejado y pude apreciar el horizonte completamente y admirar la ciudad de Jackson desde lo alto.
La vista desde ahí hacia el «Gran Teton» era deleitante para mi vista, tanto así que decidí meterme al refugio que cuenta con un ventanal donde se podía apreciar todo desde lo alto, había calefacción y pues estaba más agradable la temperatura, ahí me senté en una barra para descansar y calentarme un largo periodo de tiempo (-10°C temperatura exterior). Solo salí a caminar un momento y a pedirle a una pareja que estaba esquiando que me tomaran una foto y yo hice lo mismo con ellos, poco después, se deslizaron montaña abajo… ahí mismo desaparecieron los dos de mi vista. Bajar en el funicular fue sencillamente sensacional y aproveché para tomar mis últimas fotografías y video. Al bajar, caminé bastante por sus diferentes calles para terminar de disfrutar estas vacaciones que me habían llenado de energía nuevamente.
Llego el día de despedirme, dejé el auto en la oficina de Avis y ellos me llevaron al aeropuerto. Así dejé atrás tan imponentes montanas cubiertas por la nieve, hermosos paisajes naturales, un viaje sin igual, (justo 4 días después que salí de Seattle, se declaró el estado de emergencia por el COVID-19; hasta el día de hoy, no he mostrado ningún cambio en mi salud, espero seguir resistiendo esta #Cuarentena).

Correctora ortográfica por Alicia Alvarado Ballesteros

 

 

 

 


«Tus Ojos Seran Mis Ojos»

Grand Canyon West Recordando a mamá en su cumpleaños, el 30 de noviembre, habría celebrado 85. Y platicando con mi hermano Miguel, sobre todo lo que pude ver en mi más reciente viaje a Hawaii, él recordó un dicho que mi mamá solía decir… “Tus ojos serán mis ojos”, alguna vez me lo dijo mi mamá cuando andaba yo por París, Francia, precisamente al pie de la hermosa Torre Eiffel; ella lo mencionó mientras mantenía una llamada de larga distancia por teléfono con ella: “Estoy ‘viajando contigo’ desde que comenzaron a llegar tus postales y desde que comenzaste a llamar por teléfono para describirme lo que ves.”Las Vegas, NV
Como cada año, me organicé con antelación para mis vacaciones del pasado noviembre y comencé a solicitar información a diferentes estados de la Unión Americana, y a buscar en internet datos y referencias sobre lugares que no hubiera visitado antes, entonces inicié la planeación de mi itinerario y recorrido para poder concluir un sueño que tenía en mente…
Me llamó mucho la atención Las Vegas, Nevada y pensé que allí sería un buen inicio para el recorrido que me dejó el alma volando en la inmensidad de la naturaleza, de la opulencia y la grandeza de lo que tenemos a la mano y no hemos sabido disfrutar.
Esa mañana me desperté temprano y cogí mi teléfono para reservar el transporte que me llevaría del aeropuerto de Las Vegas hacia el hotel; como ya andaba de prisa para irme en el tren desde mi casa hacia el aeropuerto Newark, lo hice rapidito y así lo dejé, pues llegaría a las 11p.m. a aquella ciudad del pecado. Cuando por fin aterricé en Las Vegas después de más de 5 horas 46 minutos de vuelo, bajé al área de transportes terrestres y ahí estaba el logotipo de la agencia que había contratado por teléfono; la señorita muy amablemente me dijo: “Mr. De La Cruz, su transportación lo espera cruzando la calle” … entonces me dirigí hacia unas personas donde habían varios vehículos, una de esas personas, me retira el boleto y exclama: “Wow, Mr. De La Cruz you’re a VIP customer!” De inmediato hice mi carita de cosa rara, ¿Qué le pasa a ésta? – dije yo dentro de mí. Pues era una flamante limusina negra donde la chofer me abrió la puerta, se quedó con mi equipaje y me dijo: “Suba y siéntase cómodo, yo lo llevaré hasta su hotel”… Ja, ja, ja! ¿Yo contraté una limousine?… Ni sabía lo que había contratado! En fin, la chofer me llevó y me introdujo todo sobre Las Vegas, mantuvimos una plática muy agradable por todo el camino, sinceramente.
Al día siguiente me levanté muy tempranito, desayuné y agarré calle casi de inmediato, me acerqué a una parada de autobús y leí sobre el transporte de la ciudad, despejé mis dudas con una chica de acento mexicano que me explicó más a fondo; en fin, compré un ‘One day pass’ por US$8.00 y comencé a recorrer el extenso y fantástico “Las Vegas Boulevard”, hasta que llegué muy tempranito y casi sin turistas al famoso letrero “Welcome to Fabulous Las Vegas Nevada” donde por cierto, habían unas personas que te ayudaban a tomar la famosa foto, desde luego a cambio de propina, todo es dinero en Las Vegas, todo es propina en ese lugar. En un ratito, comenzó a llegar una oleada de turistas, pero alcancé a tomarme mis ‘selfies’ sin tanto tumulto. También lo visité de noche, esa era la idea; claro, ya para cuando llegó la noche, yo estaba con el ‘bofe de fuera’ de lo cansado que me sentía. Caminé ese Boulevard como no tienen una idea, entre ratos me sentaba a tomar una copa de vino, una cerveza y a platicar con algunas personas a mi lado, admirando la opulencia de esta inmensa ciudad que creció sobre un desierto; la pude admirar desde lo alto, y esperar allá arriba el atardecer. Recorrí varios de sus imponentes casinos rodeados de lujo total, y como en 5ta. Avenida de Nueva York, también sus exclusivas boutiques de lujo. Comida y lugares para todo tipo de bolsillos. A propósito, para los que les gusta aparte “volar” como en otras ciudades de la Unión Americana, pude oler en muchos puntos de la ciudad la mariguana que me provocaba un dolor de cabeza de lo ‘natural’ que se huele esta yerba en todo Las Vegas.Presa Hoover, AZ
Al tercer día, la limusina que tenía rentada, me dejó en el aeropuerto de Las Vegas donde recogería yo un auto rentado para dirigirme hacia Arizona por carretera, no sin antes pasar por la imponente Presa Hoover que se encuentra entre los límites de Nevada y Arizona y donde cambia el horario precisamente a la mitad de la estructura. Ahí le dediqué una hora, estacioné el auto y me dediqué a recorrerla, tomar muchas fotos y admirar tan gigantesca estructura moderna. Proseguí mi camino hacia el Gran Cañón del Colorado en su parte ‘Oeste” donde arribé y estacioné el vehículo. Desde ahí, en un bus nos llevaron a tres diferentes lugares de la tribu Hualapai, para poder admirar el Cañón. SkyWalk Grand CanyonEn la primera parada había un mirador donde por US$80.00 podías recorrer el ‘anillo de piso de cristal’ (Skywalk), una plataforma circular que sobresale del precipicio a más de 1,400 metros de altura respecto a la base, con unas vistas panorámicas muy especiales, sobre todo el “Eagle Point” un punto sagrado para la tribu Hualapai donde puedes apreciar un águila con sus alas abiertas sobre la roca del Gran Cañón.Grand Canyon West, AZ
Permanecí el tiempo suficiente en ese altísimo y profundo lugar, admirando la panorámica que abarcaba toda mi mirada; para donde fuera que volteara, aquello era inmenso.Grand Canyon West, AZ Salí de ahí y me dirigí en la transportación que proporciona el parque, hacia otro punto del Cañón, una zona donde estaba de más mencionar los ‘avisos’ de peligro extremo, obviamente sin ninguna barda o barandal que protegiera a uno del precipicio. Aún así, vi caer y rodar a una persona que, sin precaución alguna, pisó mal en aquel andador irregular de piedras y grava; el peligro es latente, uno tiene que tener extremo cuidado, pues es tanta la admiración ante tan grande e inmenso panorama, que se le olvida a uno que no existe barda alguna de protección, no por nada nos advirtieron antes de iniciar el recorrido en todos los tours que tomé, que habían muerto ya 17 personas sólo en ese año (2019) por los famosos ‘selfies’ y por no tener precaución; sólo de imaginar el riesgo de resbalar y caer, creo que me ponía muy nervioso ese andador, pero aún así lo recorrí, por supuesto que me acerqué hacia la orilla, pero con mucha precaución y giraba con mucho más cuidado… Grand Canyon West, AZEn fin, la vista desde ahí, en esa cañada, era impresionante; donde aprecié desde lo lejos acercarse un helicóptero, verlo pasar frente a mis ojos e irse introduciendo clavándose en el Cañón, abajo y más abajo, hasta desaparecer frente a mis ojos en aquella inmensa ‘barda’ rojiza de peñascos. El helicóptero desapareció de mi vista, no pude seguirlo, simplemente desapareció de mi vista camuflajeado entre la inmensa pared del Gran Cañón.Eagle Pont, Grand Canyon West, AZ
Muchos helicópteros pasaron frente a mí y literalmente, desaparecían de mi vista… Me quedé absorto contemplando esa belleza enorme que la naturaleza me estaba regalando y por momentos me hacía sentir estupefacto e impresionado. Me senté un momento para pensar los siglos que duró la erosión, esa transformación de la tierra para crear la belleza natural que tenía frente a mí.
No quería abandonar el lugar pero tenía que continuar mi camino, así que me despedí momentáneamente del Gran Cañón “West” porque volvería, pero ya con mis dos acompañantes, posteriormente al final de mis vacaciones.Arizona
Salí de ahí manejando antes de que cayera la noche y con dirección hacia Kingman, Arizona, ahí tenía contemplado dormir, no sin antes tomar una desviación para no subirme a una autopista; yo quería -como dicen en mi tierra- “ir puebleando”, y así me desvié de la ruta, siempre con la seguridad de que mi GPS me llevaría al destino especificado. Entre ratos me encontraba yo completamente solo en aquella carretera, donde únicamente mi vehículo transitaba por ahí, rodeado de planicies y montañas a lo lejos, muy lejos… Me comenzó a dar miedo pues no había nada, sólo mi alma y yo, entonces decidí pararme justo a la mitad de la carretera, no transitaba ningún otro vehículo, apagué el motor, bajé y me paré junto al carro para escuchar “algo”, únicamente el viento alcancé a escuchar, ningun otro ruido… inclusive, no escuché ningún carro venir por alguno de los dos lados,… nada,… no había más que maleza, campo, montañas y yo… y el sol que caía lentamente a mi costado…Arizona
No por nada hasta vacas muertas observé sobre la orilla de la carretera, me hizo recordar aquellas caricaturas del correcaminos, las vacas secas con las costillas de fuera y los zopilotes sobre de ellas, el terreno totalmente árido y completamente seco, muy seco, tanto, que hasta las fosas nasales se me sangraban.Route 66 Arizona
Llegué a Kingman y busqué un hotel en internet y allí dormí. Al día siguiente muy tempranito, después de desayunar, me trepé a la famosa y emblemática “Ruta 66” en la que me había propuesto recorrer aunque fuera un pequeño tramo, pues esta ruta baja desde Chicago, Illinois, hasta Los Ángeles, California, con un recorrido total de 2448 millas (3940 kilómetros) pero quería aprovechar las millas que recorre sobre Arizona en el desierto y cerca del Gran Cañón y así lo hice, fue fantástico, era un paisaje lejos de todo, donde el tiempo parecía que no pasaba o no pasó, se quedó detenido en aquella época de las gasolineras abandonadas, pero conservando la esencia de su inmueble original de la época (1926). La carretera quedó pavimentada totalmente en 1938. La ruta 66 está señalada como “Historic Route 66” (Ruta histórica 66) en todo el estado de Arizona y Nuevo México. ¡Es simplemente fantástico recorrerla! Clasico letrero sobre la Ruta 66, ArizonaEl principio del final de la Ruta 66 fue para 1956 cuando entraron las autopistas interestatales de alta velocidad. Existen algunos estados que en ciertos tramos de la Ruta han preservado sus gasolineras restauradas (ya no en servicio) como adorno histórico, por algo aún conserva su declaración como “Ruta Histórica 66”.Route 66
Así continué manejando hasta que comencé a entrar en un ecosistema diferente: se llenó la carretera de bosque de coníferas y totalmente verde, montañoso y fresco, me aproximaba yo a mi siguiente destino… Flagstaff, Arizona un encantador pueblo histórico entre montañas y cráteres, a 2,106 m s.n.m.; hermoso panorama montañoso a la orilla de una estación del tren detenida por el tiempo pero en buen estado; pasaban por ahí, según me contaron algunas personas, 200 trenes al día… difícil de creer, pero lo constaté desde el primer momento, ¡qué barbaridad! no pararon los trenes de carga pasando por ahí en ambas direcciones, el ruido de locomotoras se escuchaba cada 15 minutos, pero creo que la gente estaba ya como yo, acostumbrados a ese ruido férreo. En el camino dentro del estado de Arizona, pude apreciar muchos trenes que entre rato me alcanzaban a la par de mi y me abandonaban mientras yo aminoraba la velocidad para detenerme y admirar el paisaje…Monument Valley, Arizona/Utah
Al llegar a Flagstaff, entregué el carro rentado en Budget. Al día siguiente tenía que levantarme muy temprano, ya que tenía yo programado un tour al encuentro de otra maravilla natural… El ‘Monument Valley’ en los límites de los estados de Arizona y Utah.Arizona/Utah
La transportación turística estuvo a tiempo y me monté en un pequeño autobús hacia aquel punto. La vista fue espectacular desde que salimos, hasta que comenzamos a ver la tierra rojiza del terreno tan característico de Arizona. El guía nos iba explicando detalladamente lo que íbamos mirando; indescriptible ver cómo las montañas van cambiando kilómetro a kilómetro sobre la carretera. Hubo un momento en que el guía nos informó que ya estábamos en el área muy cerca con los límites de los dos estados Arizona y Utah, se detuvo ahí precisamente en la línea donde había un enorme letrero del Estado de Utah. Nos hicieron bajar para que nos tomáramos la foto, a lo lejos se alcanzaba a ver la meseta y aquellas montañas completamente rojas e inmensas que sobresalían de la planicie.
Fue muy impresionante admirarlas desde lo lejos. Monument ValleyNos trepamos nuevamente al bus y llegamos al lugar de la entrada del parque precisamente sobre una montaña y desde ahí lo que pude apreciar fue simplemente espectacular, inmenso como el Gran Cañón, pero muy diferente, aquello parecía otro planeta. Otro tour nos introdujo hacia ¨ese planeta¨, el guía era un nativo del lugar que nos hizo el recorrido por los diferentes monolitos gigantes, puntos de interés y hasta nos llevó y nos introdujo a una casa donde ellos suelen vivir; ahí nos tocó la flauta donde todos los presentes quedamos admirados con aquella melodía en esa vivienda tan rústica… en verdad una gran experiencia sentir esa tierra, ese lugar fuera de serie, diferente a lo que antes había vivido.Monument Valley
No quería abandonar el lugar, era tan hermoso ver aquello que deseaba volver, quizás en otra ocasión y conocer más de este Estado de Utah. Por la noche retornamos a Flagstaff donde después de llegar, me fui a caminar por el centro de este pequeño pueblo, había frío y estaba lleno de turistas, un punto muy importante para comenzar a conocer ese lado del estado de Arizona. Al día siguiente muy temprano me fui a la terminal del tren, quería bajar hacia Phoenix en tren (Amtrak), pero cual fue mi desilusión que esa estación tan importante solamente quedó de adorno, pues los trenes que por ahí pasan son de carga, pero el muchacho que me atendió y que estaba ahí en esa pequeña oficina solo para turistas, me dio una tarjeta para que yo contratara los servicios de transporte que llevan hacia Phoenix y hacia los aeropuertos, entonces me fui para allá y contraté el servicio hacia Phoenix.Nativo en Monument Valley Después de dos horas estaba yo arribando a aquel punto donde esperaría a mis viajeros para continuar el trayecto de vacaciones.
Mi prima Tere Alipi y mi amiga Biviana Sánchez llegaron por la noche al hotel, se unían a mí y al siguiente tour que emprenderíamos al día siguiente muy temprano.Aloha Kona, Hawaii
Ya en el aeropuerto de Phoenix, nos estábamos montando al avión que nos llevaría a Oahu, Hawaii no sin antes hacer un “stop” en Kona en la isla grande de Hawaii. Así prosiguió el vuelo que duró 5 horas hasta aterrizar en Kona, un aeropuerto rodeado de tierra volcánica; ahí no se veía nada verde, sólo roca y grandes montañas. Bajamos del avión de American Airlines para posteriormente subir a uno de Hawaian Airlines, desde entonces comenzamos a escuchar el “ALOHA” a cada momento. Fue muy divertido hacer el “check in” pues tuvimos que salir caminando del aeropuerto y girar hacia otra sala para poder abordar el siguiente vuelo. Una vez en la sala de espera, completamente abierta (hacía calor), nos metimos a un bar para probar la famosa cerveza “Kona”, tremendo vaso de cerveza que nos deleitamos antes de abordar el siguiente vuelo hacia Oahu.Waikiki, Honolulu, Hawaii
Al llegar a nuestro destino final, ya en el aeropuerto, pregunté cómo llegar al área de Waikiki que era el lugar donde se encontraba nuestro hotel; todas las personas que nos atendieron y nos informaron cómo llegar de la manera más fácil y barata a la zona turística, fueron sumamente amables, no nos podemos quejar sobre la calidad de servicio y cordialidad de los locatarios en todo Hawaii.Honolulu, Hawaii
Llegamos al hotel y de inmediato salimos a caminar y conocer la zona. Nos agotó la caminata, el cambio de horario y el cansancio que ya traíamos, así que alrededor de las 10 p.m. hora de allá, ya estábamos bien dormidos, pero Bueno, yo no podía dormir más… a las 3 a.m. estaba con el “ojo pelón”; para mí eran las 9 a.m. en la zona noroeste de los EEUU, así que todos los días a esa misma hora despertaba y me ponía a ver mis redes sociales para tratar de concebir el sueño nuevamente…Waikiki, Honolulu, Hawaii
Caminamos al amanecer por la zona de Waikiki, la playa más popular de la isla (Oahu), su capital Honolulu es muy bonita, rodeada de verdor y altas palmeras, hicimos otras actividades y por la tarde en Waikiki que es precioso, ahí nos quedamos a ver el atardecer que fue sumamente espectacular, así como lo había leído en algún lugar: contemplar ese sol caer sobre el mar fue muy emotivo pues había bastante gente admirando ese momento justo ahi donde se oculta el sol y amanece por allá en Japón, (la tierra del sol naciente…)Maunaloa Volcano
Al otro día nos fuimos muy temprano al aeropuerto para volar hacia Hilo, la isla grande de Hawaii, allá teníamos contratado un tour en helicóptero que nos haría un recorrido para sobre volar los volcanes del Maunaloa y Kilauea.Kilauea Volcano
Después de escuchar y ver el “briefing”, instrucciones de seguridad del tour en helicóptero, nos dirigieron hacia la pista de despegue allí mismo en el aeropuerto, nos asignaron un lugar a cada uno y dos personas del tour nos ayudaron a ponernos el equipo de seguridad (salvavidas, etc.), nos checaron el cinturón de seguridad y nos pusieron los audífonos a través de los cuáles, el capitán se comunicaba con cada uno de nosotros, así pues, nos dio la bienvenida llamándonos por nuestros respectivos nombres y dirigiéndose hacia nosotros por ese medio de comunicación; uno también podía hacerle cualquier pregunta al capitán.
Despegamos pues, muy suavemente (primera vez que Tere, Biviana y yo nos trepábamos a un aparato de éstos), la experiencia fue fantástica, las vistas espectaculares y el sobrevuelo de los volcanes una historia inolvidable. El recorrido de 45 minutos estuvo formidable y fue muy placentero. El Piloto subía y bajaba, giraba y volteaba en diferentes direcciones para que pudiéramos admirar todo, hubo un momento que el capitán nos cuestionó ¿cómo estaba nuestro estómago? quizás un poco revuelto, pero por eso le había dicho a mis chicas que no desayunaran nada pesado. Hilo, HawaiiEn fin, el aterrizaje fue excelente, el vuelo mucho más emocionante y placentero por poder admirar tanta belleza desde el aire.Hilo, Hawaii
Nos dirigimos al centro de Hilo para conocerlo y comer algo, estuvimos en un restaurante muy antiguo: “Café Pesto” Por un momento me sentí en La Habana (que aún no conozco) pero como decía mi mama: “Lo he leído”. Un edificio construido en 1912 sobre la bahía de Hilo, Hawaii.
En Hilo estuvimos caminando un poco, es una ciudad completamente diferente a Honolulu, pero no deja de ser hermosa por su gente y panorama natural. Visitamos un pequeño mercado donde vendían cualquier cantidad de frutas exóticas, quizás muchas de ellas conocidas, pero otras no.
Por la tarde nos regresamos al aeropuerto en un bus que tuvimos que esperar en su terminal rústica y sencilla frente a la bahía. Como llegamos al aeropuerto demasiado temprano, me dirigí al módulo de Hawaian Airlines para preguntar si podrían acomodarnos en algún vuelo mucho antes del nuestro (estábamos muy cansados y nuestro vuelo era muy tarde) La persona que me atendió, muy amablemente me dijo: ¡Acabo de cerrar este vuelo! y por el mal tiempo por supuesto, lo que queremos es enviar de regreso a Honolulu a la gente lo antes posible…, así que me dijo: “Ve hacia aquella sala que ya les acomodo en el vuelo siguiente”. (Un taxista me había comentado que si estaba demasiado temprano a mi vuelo, que hablara con alguien de la línea aérea para que me acomodaran en otro vuelo sin cargo alguno)Pearl Harbor, Hawaii
Al día siguiente fuimos y recorrimos Pearl Harbor, una visita obligada para sentir y revivir lo que ahí sucedió en el año de 1941. Un ataque de la Armada Imperial Japonesa hacia la base naval de los EEUU. El ataque conmocionó profundamente al pueblo estadounidense y llevó directamente a la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. (Hoy día estamos muy cerca de la Tercera).
Por la tarde regresamos a Waikiki y nos dirigimos Tere y yo hacia el cráter “Diamond Head”, una montaña al Este de Waikiki, con una altura de 232 metros (762 pies) donde nos dispusimos a subirlo hasta el borde donde se encuentra un pequeño y angosto ‘mirador’ repleto de turistas, pero vale la pena el esfuerzo que hay que imprimir al subir por sus laderas, camino de piedra y terracería e inclinadas escaleras; el premio es al final ya en el mirador, pues la vista desde ahí es simplemente espectacular, la playa más famosa de Honolulu (Waikiki) desde ahí es primorosa y admirar los incomparables arcoiris le dan un toque muy especial al esfuerzo de haber logrado estar ahí en la cima, aparte de derramar unas cuantas lágrimas de la emoción que sentimos al ver ese panorama. Al bajar, ya dentro del cráter, nos deleitamos con un delicioso jugo de piña con trocitos de esta exótica fruta que nos supo a ‘gloria’ ¡Lo logramos Tere, -le dije a mi prima-, lo logramos!Honolulu, Hawaii
Al día siguiente por la mañana nos dirigimos a la playa de Waikiki para tomar un poco de sol, pero nos corrió la lluvia que nuevamente dejaba aquellos hermosos arcoiris y que varias veces tuvimos la experiencia de verlos sobre la isla. Waikiki BeachPor la noche, no podíamos dejar Hawaii sin asistir a un evento muy hawaiiano: El “Luau” un festín con música, actos y tradiciones culturales, baile de “Hula” una danza que va acompañada de cánticos y sonidos de tambores y muchos bailarines. Cabe mencionarles que este espectáculo es a orillas de la playa con una vista sensacional desde ahí, entre palmeras y montañas a lo lejos. Una gran experiencia y delicioso sabor que nos dejó Hawaii, en verdad vale la pena conocer estas islas en medio del Océano Pacífico, su gente sumamente amable y su cultura, sus calles y avenidas y sus opulentes tiendas, comida, playa y surfing, sin dejar de admirar los constantes arcoiris que se forman en segundos…, Mahalo Hawaii, Mahalo! (gracias).
Al día siguiente despegamos de esta hermosa isla Oahu con dirección a Phoenix y un ‘stop’ en Los Angeles…, llegamos rendidos pero con ganas aún de continuar nuestro último tour hacia el Gran Cañón, pero ahora en su parte Este y así pues, muy tempranito pasaba por nosotros el transporte que nos llevaría hacia aquel punto de interés, no sin antes pasar por Flagstaff y parar en un pequeño pueblo llamado Williams, AZ sobre la famosa Ruta 66, hermoso pueblecito donde había amanecido nevado y con bastante frío. Posteriormente, después de 45 minutos, nos dirigimos al Gran Cañón.Tere y Biviana
Una vez ahí, visitamos quizás una de las más impresionantes perspectivas de este lugar; nuevamente nos emocionó tanto lo imponente de la naturaleza, que hasta el cuello nos llegaron las lágrimas…, tres horas nos deleitamos recorriendo esta zona entre acantilados y precipicios impresionantes; nuevamente nos recordaban las 17 muertes accidentales que habían sucedido durante el 2019.
Una belleza imponente, grandiosa expresión de la naturaleza que tuvimos la oportunidad de admirar, el paisaje semi nevado y frío, pero formidable para recorrerlo quizás en un pequeño lapso de tiempo, pero muy importante el haberlo vivido y sentido frente a nosotros.
Un viaje inolvidable, un sueño que teníamos pendiente de realizar. Así concluyó un recorrido fuera de serie y muy recomendable para lograr.
¡Mahalo Tere, mahalo Biviana! por haber participado junto a mí una parte de esta aventura, espero que se vuelva a repetir…

Correctora ortográfica y sintaxis por: Alicia Alvarado Ballesteros.


«Simplemente Guerrera»

Isla Mujeres, Q. Roo; Mexico (2018)

Era el año de 1992 cuando la conocí por medio de su esposo Don Sergio Aristi, quien trabajaba conmigo en el Hotel Meliá en Cancún…
Tere Aristi era su esposa y desde que me la presentó, hubo una química exquisita que derivó en una gran amistad y que con el pasar de los años, comenzó a dejar huella entre nosotros… siempre estuvo latente aquella amistad, aun posteriormente, al ‘separarnos’ por cuestiones del destino; seguimos cultivando nuestra relación, siempre hubo una llamada por teléfono, un correo electrónico, un texto, una postal, en fin, que Tere y yo nos mantuvimos en contacto por siempre.
Ella tenía su blog donde subía cualquier cantidad de información de una artista y pintora mexicana que ella admiraba muchísimo: Frida Kahlo. Era tan grande su admiración, que su única hija lleva su nombre… «Frida».
Después de trabajar en Cancún, me trasladaron a Costa Rica, más tarde a Venezuela y posteriormente, en el año 2001, decidí emigrar a los EEUU, donde de igual forma continuó nuestro acercamiento por todos los medios, nuestras redes sociales y postales. Me encanta enviar postales y le envié muchas a mi querida Tere.
En el año de 2013 pude viajar a México y entré por Cancún. Ese día nos vimos físicamente después de muchos años; disfrutamos de una rica comida yucateca en un restaurante local, y así, después de esa visita que renovó nuestros votos de amistad, seguimos en contacto muchísimo más seguido. Un día leí un Twitter de ella donde se sobre nombraba «Simplemente Mujer», el cual me encantó; era tan sencilla y humilde, que justo eso, la hacía muy grande y lo mejor de todo era que llenaba completamente ese sobrenombre.
Al pasar un par de años, mi querida Tere me anunció una terrible noticia…, había sido diagnosticada con Cáncer. Mi reacción fue inmediatamente de sufrimiento, una enfermedad y una palabra que nadie quisiera escuchar, mucho menos tenerla en alguna parte de su cuerpo.
Desde entonces, mi querida amiga comenzó con su lucha en contra de esta enfermedad. Aún recuerdo aquel audio que me dejó por la red de What’sApp donde me informaba sobre el cáncer que había sido diagnosticado en su cuerpo. Desde entonces comencé a poner un grano de arena para ayudarla emocionalmente. Fueron momentos muy difíciles y aunque yo no sabía cómo tratar a una persona con esta terrible enfermedad, me abrí hacia ella y de esta manera, muy naturalmente me dirigí hacia ella y mantuvimos comunicación. Tenía que luchar, teníamos que soportar lo que viniese, momentos de dolor y tristeza. Tere me mantuvo siempre informado de su tratamiento; cuando no la veía activa en cualquiera de sus redes, yo estaba ahí para preguntarle sobre su salud y darle el apoyo incondicional…
Un día me llama y me dice que el cáncer había desaparecido de su cuerpo, después de los múltiples tratamientos de quimioterapias y cuidados sensitivos y dramáticos durante esos periodos de delicadeza en su salud… No fue fácil seguir junto a ella una amistad tan cercana, una enfermedad que también seguí de cerca, una manera de llevar nuestra amistad, dándole ánimos y escuchándola sufrir y seguir luchando; mi querida Tere se había convertido en «Simplemente una Guerrera» de tan terrible enfermedad…
Desde siempre ella luchó y afrontó su enfermedad con mucha entereza; a veces me admiraba cómo ella seguía en un tono de voz con tanta fuerza que me envolvía y me hacía sentir su fortaleza… siempre con fe en Dios, siempre con aquel timbre de tranquilidad; creo que se refugió tanto en su fe, que eso lo transmitía (o al menos a mí), cada vez que hablábamos.
Así, de esa forma la seguí durante su viaje a La Habana, un viaje que disfruté tanto como si estuviera junto a ella; ese era un sueño que ella quería realizar y lo logró, la vi tan contenta en sus fotos que me dio mucho gusto verla feliz.
Creamos un grupo de What’sApp con unas conocidas de mi pueblo en Tabasco, tanto mis amigas de Macuspana, Ely y Susana y ella nos conjuntamos de tal forma que el contacto que tuvimos desde el inicio de su enfermedad, hizo que nos reuniéramos con ella en Cancún, separados, pero con cariño.
Por esta red social seguimos junto a ella y dándole ánimos para que superara cualquier obstáculo ante tan devastadora situación.
Pasaron los años (5) hasta que un día me enteré que la salud de mi querida Tere se había deteriorado muy rápidamente… De inmediato me comuniqué con su esposo Sergio quien me confirmaba la noticia que Tere estaba hospitalizada y más tarde me informaban que el cáncer había vuelto a su cuerpo, pero esta vez más agresivo…, ya Tere no salió del hospital… Hasta que llegó la terrible noticia que mi Guerrera había perdido la batalla contra esta terrible enfermedad.
El cáncer de seno es curable si se detecta a tiempo. Tere lo vivió y luchó contra él; desafortunadamente le volvió a su cuerpo, pero algo que me dejó en completa reflexión, fue su fortaleza: nunca perdió la esperanza ni las fuerzas para seguir luchando, siempre ecuánime y sencilla, como la caracterizó ese dulce carácter que tenía. Mi querida Tere murió el 11 de Julio de 2019, pero ella sigue y seguirá viva en mis pensamientos y en mi sala cada vez que veo aquella pintura que me pintó de Vincent Van Gogh. Tere se adentró en esta faceta del arte cuando Diana Ruiz y yo la animamos a que sintiera esta etapa nueva llena de pinceles y colores en esta sensibilidad de la pintura y bien que lo hizo, pues creó unas obras muy interesantes, mismas que la ayudaron a sobrellevar su enfermedad.
Antes de que el cáncer tuviera tan terrible desenlace, Diana y yo la invitamos a venir acá con nosotros a New Jersey, ella estaba muy emocionada de hacerlo, quería conocer por acá y ver el otoño que tanto le había llamado la atención por las diversas fotos y hasta «hojas secas» que tuve la oportunidad de llevarle en mi último viaje en Noviembre pasado (2018). Desafortunadamente el gobierno de los EEUU no le dio la oportunidad de renovar su visa, fue terrible para nosotros saber esto como para ella, pues aunque Tere se repuso a este tropiezo fuera del alcance de nuestras manos, siguió siempre con mucha fortaleza para luchar.
Simplemente sé que te fuiste en paz con Dios, en paz contigo misma, dejaste a tu hija muy joven, pero como un roble de fuerza infinita y nos has dejado un gran legado… esa fortaleza que te caracterizó para seguir adelante con lo que nos propongamos sin importar que algún día podríamos no estar aquí. Gracias mi querida Tere por haberme regalado ese bien tan preciado: tu amistad.
Mi querida Tere, siempre te recordaré como decías tú: ‘Simplemente Mujer’ mi querida amiga, nos dejas prisioneros de tu amor incondicional, de tus detalles y de tu amistad que tanto valió la pena al haberte conocido por el paso de este mundo terrenal.
Que en Paz Descanses mi querida Tere Aristi, #SimplementeGuerrera.

Tere, Lily, yo y Karla. Cancun, Q. Roo; Mexico. (2015)

Tere Aristi me inspiró en dos ocasiones para escribir sobre ella, aquí los enlaces de esos dos artículos en los que describí su persona y su hoy eterna amistad: #PrisioneraDeAmor y #SimplementeMujer con mucho cariño:

http://www.manolodelacruz.com/2012/02/14/prisionera-de-amor/
http://www.manolodelacruz.com/2013/06/15/simplemente-mujer/

Algunos testimonios que me han hecho llegar:
«Vuela alto mi niña, libérate, deja ese cuerpo cansado y maltratado. Sé que no nos has dejado, simplemente te has transformado.”

Te quiero mucho mi amante de Frida Kahlo, la eterna enamorada de Miguel Bosé y del sol, mi gran defensora de animales.
Tu prima Deborita (tú eres la única que me podía llamar así.)» Deborah Chávez Carrera.

«¡Mi querida Tere! Coincidir en este vida contigo ¡fue un privilegio! ¡Tu amistad es un regalo que me queda en el corazón como un bello recuerdo! Te recordaré cómo la guerrera admirable que fuiste, una amiga cariñosa que siempre tenía palabras lindas que expresarme, como parte del cuarteto tuitero que formamos orgullosamente durante casi diez años junto a Susi y a Manuel. Nos queda el cariño, los recuerdos y un lazo valioso y fuerte llamado AMISTAD. Te abrazo con amor hasta el cielo amiga, elevo a ti mis respetos y cariño. Duele tu partida, se te extraña mucho pero has trascendido de esta vida para cambiar de plano. ¡Y nos encontraremos de nuevo! De eso estoy segura. Fue un honor ser tu amiga. Hasta siempre Tere hermosa.. En paz descansa». Elisa Alvarez.

«Maritere a quien vi nacer y convivir mucho con ella, la recuerdo con tanto amor, ternura y ejemplo en el día a día de su vida. Hace muchos años ella tendría unos 15 años aproximadamente, a Tere le gustaba el grupo musical menudo y le gustaba el corte de cabello que tenía uno de los integrantes, entonces su tía (yo) ni tarda ni perezosa le dije con tijeras en mano, «ven y vas a ver los resultados de este magnífico corte que te haré» Los resultados no fueron los esperados pero ella con todo respeto me dijo:” Pero qué bien quedé” y yo seguía diciéndole: “Espera, aquí falta un poquito para cortar” y ella casi con lágrimas me decía: “¡No! ¡Así quedo perfecto!” Esta anécdota la platicamos otra vez no hace más de un año y como reíamos de esto y en ese entonces la que lloraba era yo por acordarme de esto. Todos los adjetivos que puedas tener de Tere son positivos. Otra vez yo quería poner en mi cel una melodía que toca en piano una de mis nietas y le pedí ayuda para hacerlo, ella con mucha paciencia me iba dando paso a paso lo que tenía que hacer y de repente me dice: “Tía, no me haces caso, pon atención si no, no lo lograrás” y soltamos la carcajada por el regaño. Cuando cumplió sus 15 años me la traje a San Luis Potosí que es donde vivo y recuerdo que le confeccioné una falda y una blusa, le hicimos su pastel mis dos hijas y yo y arreglamos la casa con globos y para ella fue lo máximo. Eso es humildad y agradecimiento por hechos y no por lo costoso o vanidoso. Ejemplo en vida de cómo veía ella los detalles llenos de amor. Su expresión era única, con eso sabías todo lo que pensaba. Cuando enfermó, supe desde antes que ella lo supiera, lo que tenía, una amiga mía que es doctora interpretó sus análisis porque su doctor no estaba y la recibiría días después… ahí empezó este debacle de lucha, de esperanza, de fe, de amor, una lucha que nunca dejó de devastarla y aún así, ella con su voz aclarándola para hablar conmigo y poniendo lo mejor de ella, decía: “Con esto, aunque me duela, espero me de vida” (lo que ella no tenía era calidad de vida), pero siguió luchando y en febrero de este año me platicó lo que su oncólogo vio en sus estudios… yo me quería morir de dolor al escucharla y aún así, ella me dijo: “Pensé que sería peor lo que me diría”. Mujer con mucha inteligencia y con gran amor a su hija y marido y por ende a la familia. Lo que yo recuerdo de ella son enseñanzas de vida, firme en sus convicciones, guerrera por decisión, siempre luchó contra marea. Esto no te lo digo porque ya partió, te lo digo porque es cierto, lo juro. Ya te iré platicando de mi Maritere amada. Se llamó así por mí, qué orgullosa de que lo hayan hecho así sus padres, hermano y cuñada.» María Teresa Carrera.

Intercambio de obras. Cancun, Q. Roo; Mexico (2018)

«Yo también me despido de mi mamá con esa fuerza y amor con el que hacía las cosas y que nunca se rindió. Pero le abro las puertas ahora a la que me verá cumplir más sueños y que me cuidara donde se encuentre. Siempre me relataba cosas de tí y como fuiste una amistad muy importante para ella❤️Agradezco tus palabras». Frida Aristi

Revisión ortográfica por Alicia Alvarado Ballesteros.


«La Última Frontera»

Tenía ganas de hacer un viaje lejos, pero lejos de toda civilización, quería alejarme de edificios de hierro y concreto, quería ver de cerca la naturaleza, aquella naturaleza que ya no tenemos tan cerca de nosotros y que cada día estamos destruyendo más… Quería ver otras especies animales que no hubiera visto antes en su hábitat natural, quería ver cosas que me pusieran a pensar que tenemos a nuestra madre tierra y que estamos agrediéndola y la estamos exterminando… eso quería ver y sentir antes de dejar este mundo tan grande que tiene aún muchas cosas por mostrarnos… eso quería ver.

Me encantan las montañas y me fascina ver sus diferentes fases durante cada una de las 4 estaciones del año, por eso decidí esta vez visitar «La Ultima Frontera».

Alaska era ese destino al final del continente. Mi amiga Diana Ruiz quien últimamente me ha acompañado a lugares lejanos y fuera de serie, esta vez también estuvo conmigo en esta última aventura; tomamos un avión desde Newark, New Jersey para poder llegar hasta Juneau, la Capital de Alaska (fundada en 1881). Casi 8 horas y media de vuelo, con un stop en Seattle, WA. Así que después de emprender ese largo viaje cruzando el país de los Estados Unidos, nos encontrábamos volando sobre las montañas nevadas de Alaska. El paisaje desde el aire entre nubes y picos nevados fue fascinante, maravilloso e infinito.

Ajustamos nuestros horarios retrasando nuestros relojes 4 horas cuando estábamos a punto de aterrizar en Juneau; la tripulación nos informó sobre nuestro próximo descenso y pudimos admirar el paisaje con mayor plenitud: montañas repletas de hermosos pinos y los picos de las montañas completamente cubiertos de nieve; un precioso pueblo enclavado en las colinas y montañas de entre 1100m y 1200m de altura junto al «Canal Gastineau». En lo alto de la montaña, está el campo de hielo Juneau, una gran masa de hielo de la que fluyen alrededor de 30 glaciares. Dos de ellos son el Glaciar Mendenhall y el Glaciar Creek Lemon.

Rentamos un carro y Diana y yo nos dirigimos hacia el hotel que teníamos reservado en el centro de Juneau. Durante el camino, perdimos ese preciso momento cuando el sol pinta de color dorado los picos nevados de las montañas, una imagen que guardaremos en nuestra memoria ya que no pudimos fotografiarla (ahí la pifiamos, diría mi mamá), pues aunque dimos vuelta en el primer retorno, cuando arribamos al lugar donde habíamos admirado sólo durante unos segundos esa belleza de paisaje tan limpio y puro… ya había caído el sol y con él, toda la belleza y esplendor de aquella imagen…

Nos acomodamos en el hotel y salimos de inmediato a caminar, las horas de luz solar eran muy cortas, a las 3:30 pm ya se veía bastante obscuro, pero aun así, nos fuimos a recorrer el centro de la capital, un poblado muy pequeño, pero pintoresco; se sentía bastante frío e inclusive, al caminar por el muelle resbalábamos, pues el piso estaba cubierto de hielo. Esa tarde estuvo primorosa, no había nubes y estaba cayendo el sol sobre el horizonte y detrás de las montañas. ¿Dónde está la gente? -nos preguntábamos Diana y yo. No veíamos ni un alma caminar por las calles, ¿quizás estaríamos acostumbrados a ver el tumulto de gente que nos muestra la Ciudad de Nueva York o la actividad cotidiana de nuestra ciudad de Deal, aquí en New Jersey?

A esa hora de la «tarde» ya habían cerrado muchos negocios, sólo los restaurantes permanecían abiertos, aunque eran muy contados los que se podían encontrar…, no obstante, disfrutamos esa primera tarde al llegar a Juneau de aquel viaje tan largo. Por cierto, si vuelan con Alaska Airlines lleven su »itacate» (sandwichitos) porque el servicio es excelente, pero sólo te dan agua, jugo y refrescos; ni un cacahuate te ofrecen para mordisquear… jajaja, así que llegamos con un hambre de perro. Juneau lleva ese nombre en honor al buscador de oro Joe Juneau.

Al día siguiente me desperté a las 4 de la mañana, no pude dormir más (eran para nosotros las 9:00 a.m. en el Este de los EEUU); a esa hora, me levanté y me puse mi chamarra, gorro, bufanda y guantes y me salí del hotel a ver el amanecer y a caminar por otro lado de la ciudad… ¡A su mecha!  no amanecía y no amanecía, así que me puse a caminar y a caminar, hasta llegar al parque donde se encuentra la escultura de la ballena jorobada, una escultura gigantesca, en tamaño a escala de ese ‘animalito’ (Takhu the whale) junto al Canal Gastineau.

Como a las 7 y fracción de la mañana, comenzó un tímido destello de luz a asomarse por detrás de las montañas ¿sería el amanecer?… ¡Pues aún tardó en salir el sol!  Ya para cuando a ‘éste’ se le ocurrió aparecer, yo ya estaba en el hotel de regreso (8:15 a.m. poco más o menos) pero no se veía claridad, quizás porque las montañas brindan mucha sombra a la ciudad de Juneau.

Desayunamos en el hotel y después nos dirigimos en carro hacia el aeropuerto; a las 10 de la mañana estaba programado nuestro vuelo para ir a Sitka, pero antes de llegar, nos desviamos porque Diana y yo decidimos ir al Glaciar Mendenhall que se encuentra a escasos 20 minutos de la terminal aérea… Durante nuestro recorrido por la carretera, pudimos apreciar lo imponente que se veía aquel glaciar, con ese color azul que resaltaba entre las montañas nevadas y el bosque; la vista antes de llegar fue impresionante y aun más al estacionar el auto y poder admirar varias águilas de cabeza y cola blanca en su hábitat natural; eso sí que me encantó verlo: aquellas aves tan grandes, tan majestuosas, posadas en las copas de los altísimos pinos. Solamente las pudimos disfrutar un momento, porque no disponíamos de mucho tiempo y aún teníamos en agenda recorrer un poco más de cerca el parador turístico; así que salimos casi volando de ahí, pues nos avisaban por texto que nuestro avión estaba a punto de comenzar el abordaje… ¡Qué desesperante no poder ir mucho más rápido que 35 millas p/hr! Temíamos perder el avión por estar admirando tanta maravilla de la naturaleza…

Por fin llegamos, estacionamos el carro y corrimos al punto de seguridad para pasar a la sala y así poder abordar el vuelo hacia Sitka, una ciudad fundada en 1799.

Es imposible describirles tanta belleza vista desde el aire, pues ya ustedes imaginarán esas imponentes montañas y picos nevados, islas e islotes, y a lo lejos, un volcán inactivo (en situación durmiente) muy importante, que impacta por su belleza justo frente a Sitka, el Monte Edgecumbe, con una elevación de 976 m.s.n.m. 

Al aterrizar, salimos como Juana por nuestra casa. Un aeropuerto sumamente pequeño, pero con una vista preciosa hacia el mar rodeado de montañas. Diana pidió información acerca de la mejor forma de llegar al pueblo y nos dijeron: “Caminando es la mejor forma, solo 1 milla a pie” … Y ahí vamos los dos locos, caminando por la carretera sobre el lado de la banqueta, pero celebro que nos hayamos ido caminando, pues les cuento que la vista y los paisajes panorámicos son simplemente hermosos, todo rodeado de picos y a lo lejos aquel Monte ‘Edgecumbe’ que acrecentaba la belleza al panorama. Frente al pueblo de Sitka, un puente, que el sólo cruzarlo fue un deleite, disfrutando la naturaleza y la vista preciosa de barcos pesqueros a la orilla, sobre el muelle; islotes y la inmensidad del mar; águilas volando y cazando, nieve y bruma a la altura de los picos. Así pues, llegamos y anduvimos admirando aquel paisaje que nunca antes habíamos visto, solo en la imaginación y en las películas. Conocimos por fin los «Tótems» muy característicos de Alaska que proviene de la lengua «ojibwa’, hablada por los indígenas nativos de América del Norte. Un Tótem es un objeto natural o un animal que en las mitologías de algunas culturas o sociedades se toma como símbolo ícono de la tribu o el individuo. Muchos postes de Tótem reproducidos en exhibición, están representados por el vigilante del pueblo, el cuervo en forma humana, el cuervo Raven, así como el oso, todo detalladamente hecho en madera y muchas de ellas se encuentran en el ‘Sitka National Historical Park’ un área protegida, designada Parque Histórico Nacional el 18 de octubre de 1972. El Parque, en diversas maneras, ha buscado rememorar las experiencias ‘tlingit’ (una tribu amerindia) y rusas en Alaska.

Nos sentamos, después de tanto caminar y estar ya bastante cansados, en un restaurante para comer algo típico, así que nos decidimos por una sopa de mariscos que estaba simplemente deliciosa (Salmón, Cangrejo y caracol). Después de comer, nos levantamos y salimos del restaurante con la intención de continuar recorriendo el lugar, pero ya era de noche, caía una suave llovizna y hacía algo de frío, y no queríamos regresar al aeropuerto caminando nuevamente, ya que estábamos agotados. Diana preguntó en una florería por algún número de taxi y la empleada nos hizo el favor, muy amablemente, de llamar a uno para que acudiera a buscarnos; nos sentamos afuera, en la orilla de la banqueta a esperarlo y nos ofrecieron que aguardáramos dentro, ya que había bajado un poco más la temperatura y se sentía peor el frío, pero justo en ese momento llegó el taxista. Llegamos a muy buen tiempo al aeropuerto, así que aprovechamos para comprar los últimos souvenirs antes de abandonar Sitka y retornar nuevamente a Juneau. 

Al despertar, desayunamos en el hotel y nos dirigimos directamente al Glaciar Mendenhall, era muy temprano y se sentía bastante frío. Al llegar, nuevamente pudimos apreciar esas águilas enormes en los altos árboles de pinos, nos acercamos lo más posible para tomarles fotos; el piso estaba escarchado por la gélida mañana y la cercanía del Glaciar. Subimos a lo más alto, donde se encuentra el «Visitor Center» junto al lago Mendenhall, la vista desde ahí es impresionantemente hermosa; había unos telescopios donde podías ver tan cerca el glaciar que sentías ganas de tocarlo, aquel azul inconfundible con la nieve, es sencillamente cautivador.

Después comenzamos a caminar y caminar, hasta acercarnos los más posible al glaciar (pero aún lejos) y fue una sensación increíble percibir la grandeza de la naturaleza y lo imponente de aquella muralla de hielo. Junto a una enorme cascada y frente a tanta belleza natural, pudimos sentir esa agridulce emoción de conocer algo tan bello e impactante, pero que está derritiéndose por el cambio climático y que tristemente se dice que desaparecerá… pero algo sí me llevo dentro: ¡Pude conocerlo y admirarlo!…y guardar para siempre en mi memoria esa bellísima postal. El paisaje de regreso también  fue hermoso y nos provocó alegría y tristeza a la vez, pues ya nos despedíamos del glaciar, que era una meta que nos habíamos propuesto en este viaje.

Al salir de esa reserva ecológica,  nos enfilamos por la carretera hacia donde nos condujera el camino, queríamos conocer el final de la vía; había leído que son escasas 70 millas de carretera lo que cubre aquella ciudad capital entre las montañas, así que manejé hacia el norte, la carretera iba justo a la orilla del mar y las montañas. El bosque era tan hermoso, que paramos un momento para introducirnos un poco dentro de él y sentir aquellos pinos tan altos cubrir el cielo, sentir su humedad y quizás percibir el olor característico del bosque… y así fue, a la entrada había un letrero que decía que el bosque estaba cerrado, pero ya saben… dos mexicanitos aventureros sin experiencia, pues nos metimos a caminar y tomar fotos de tanta belleza y humedad, caía una suave llovizna. 

Nuevamente en la carretera, venía yo manejando y al dar vuelta en una curva, justo ahí, fue donde vi la majestuosidad e impresionante belleza natural de una gran montaña; así lo percibieron nuestros sentidos exactamente al girar la curva, había nevado y aquello era ¡impresionante!; estábamos en lo alto de una colina y el paisaje del bosque, la carretera y la nieve hacían más hermosa aquella panorámica que teníamos frente a nuestros ojos; la impresión al ver esa magnificencia, fue sin duda, algo que no olvidaremos nunca. Nos detuvimos a tomar muchas fotos, no había ni un automóvil en la carretera, no había nadie, solo el viento, las montañas, el bosque y aquel paisaje donde la bruma cruzaba frente a nuestros ojos cubriendo la montaña. Los pocos rayos de sol presentes, eran propicios para tomar fotos de aquella imagen que nos cautivó.

Así continuamos manejando, hasta llegar a otra parte de la carretera que se llenó de bruma y la niebla salía desde el interior de la montaña, cubriendo los altísimos pinos de coníferas. Fueron muchos ecosistemas los que recorrimos en esa carretera «tan corta».

Nos detuvimos más adelante para conocer la orilla de la playa, había piedras de todos los tamaños. Lo que sentí ahí frente ante tal inmensidad del mar, me hizo volar muy alto para asimilar tanta belleza natural.

Un águila de cabeza y cola blanca sobre nuestras cabezas volaba con tanta majestuosidad, que no pudimos despegarle la vista hasta que desapareció a lo lejos. Unas cuantas millas más, terminaba la carretera; en casi todo el camino no hubo señal en nuestros celulares, mucho menos hasta esa punta donde nos encontramos frente a frente con la montaña; no se escuchaba nada, solo el silencio y a veces un poco de viento; era un momento que invitaba a reflexionar y pensar en lo grandiosa que es la naturaleza… y aquella sensación de sentirla muy de cerca. Ahí acababa la carretera…

Al día siguiente acudimos al centro de convenciones, donde había una exposición de artesanos locales, parecía que todo el pueblo estaba allí dentro, pues habían pasado los días y no veíamos gente en las calles; un chico por ahí nos comentó que ellos invernan mucho… sobre todo en lo más crudo del invierno (con razón al caer la tarde, poquito después de las 3, aquello se convertía en un pueblo fantasma). Así que anduvimos curioseando y compramos algunas artesanías muy interesantes con los locatarios. En un puesto vimos una fotografía que era como una «casita» y nos llamó la atención, Diana preguntó por ella, pues ya la habíamos visto en varias partes, así que sentimos curiosidad por saber qué significaba… nos explicaron y nos propusimos ir el día posterior, en busca de aquella «casita» que tanto había llamado nuestra atención.

«The Old Treadwell Pump House», La Casa de Bombas, es un símbolo de las grandes minas de oro que prosperaron a principios del siglo XX. Una estructura icónica con sus pilotes circundantes que aparecen firmemente anclados sobre «Sandy Beach». No obstante, el paso del tiempo, el viento, la lluvia y la nieve han afectado la estructura histórica. La erosión de la estructura de hormigón se está acelerando y se perderá el hito histórico. La casa de bomba de agua salada de la mina Treadwell se ha mantenido en la extensión de 80 hectáreas de la Playa Sandy en Douglas Island durante más de 100 años (1914). Ha sido objeto de pinturas y fotografías que han capturado el amanecer y el atardecer durante la marea baja y alta, con barcos de pesca, barcazas y cruceros navegando.

Permanecimos un largo tiempo cerca de esa icónica estructura junto al mar y observamos cómo rápidamente la marea comenzó a subir, todo un espectáculo con una vista sin igual. Los «pilotes» que sobresalían de la arena, estaban repletos de caracoles y al acercar el oído podía escucharse un singular sonido que provenía de esos moluscos. En octubre de 1926, un enorme incendio provocado por un viento Taku, destruyó la mayoría de los edificios de madera, pasarelas y muelles de «Treadwell». Pomp House es una de las pocas estructuras sobrevivientes y sirve como un recordatorio visual de la rica historia del área.

El último día de nuestro viaje, antes de abandonar Juneau, Alaska, lo dedicamos a visitar el Mount Roberts Trailhead, hicimos senderismo por un rato solamente, para disfrutar por última vez aquel mundo de naturaleza, repleto de bosques, cascadas y senderos hermoso;, apreciamos la ciudad de Juneau desde lo alto, entre maleza y las ramas de los pinos. 

Esa tarde, al despegar del aeropuerto, el avión sobrevoló Juneau; estaba despejado y la vista fue hermosa, así nos despedía aquella capital del Estado de Alaska, algo que nunca olvidaré. 
El avión haría tres aterrizajes antes de llegar a Seattle, Washington (compré deliberadamente ese boleto así, con escalas) para poder admirar toda aquella cordillera de montañas completamente nevadas y aterrizar en aeropuertos pequeñísimos, junto al mar rodeado de naturaleza y hermosos paisajes al atardecer. (Entre esos lugares tan pintorescos están Petersburg, Wrangell y Ketchikan. Todos estos lugares se pueden visitar también por vía marítima en grandes cruceros).

Sin duda, esa pequeña estancia en Juneau y Sitka, bastaron para quedarme con las ganas de regresar a Alaska, pero ahora para adentrarme y acercarme más al círculo ártico y poder admirar la belleza de las luces del norte, aquellas auroras boreales que he declarado ya, que tengo que ver antes de morir y conocer más de “La Última Frontera”.

P.D.: Este artículo se lo dedico por completo a una persona a quien siempre recuerdo como un asiduo amante de la naturaleza y hoy que tristemente ha perdido la vista, quiero que vuele conmigo para que sienta y «vea» lo que mis ojos vieron… Para ti con mucho cariño tío Luis Emilio Paz Pérez. 

Correctora ortografica y sintaxis por Alicia Alvarado Ballesteros.


El «pajarito negro»

 

Mientras trabajábamos montando una boda en uno de los salones del club, una compañera de trabajo, de nombre Jennifer,  se lamentaba muy afligida, de la situación del pobre «pajarito negro» que yacía sobre el «green» en el hoyo 17.

Exclamando me dice: ¡Manny ven a verlo, pobre «pajarito» ha de estar sufriendo! (mientras me llevaba hacia la ventana para poderlo ver…) Tiene su ala quebrada y no puede volar… ¡Qué triste!

Yo sólo alcanzaba a visualizar un bulto negro, mientras me acercaba hacia la ventana… ¡¿Cuál fue mi sorpresa al ver a aquel «pajarito» negro y descubrir la especie…!? ¡El tal «pajarito» no era más que un apestoso y horrible zopilote! Desde la ventana, a la distancia, «alcanzaba» yo a imaginar su pestilente olor y su pico lleno de bacterias…

¡Qué pajarito negro ni qué nada! Le repliqué a mi compañera…, esa es un ave que se alimenta de carroña y sobre vuela los contenedores de basura y cosas en descomposición; debería de morirse (con el ala rota), no creo que a nadie le importe… Pero sí, sí había «alguien» a quien le dolía ver al «animalito» sufrir sobre el hermoso césped y ese alguien, era mi compañera y no sólo ella, también otro compañero, quien de inmediato llamó al «Help Protection Animals» (Asociación Protectora de los Animales) para que acudieran a auxiliar a tan hermoso y colorido «pajarito».

Transcurrieron un par de días y de pronto se me vino a la mente tan “bello” animalito, así que pregunté a Jason, quien fue la persona que llamó a las autoridades para que auxiliaran a tan singular ave… Bueno ¿y qué pasó al final con el «pajarito» negro? Jason me respondió: Sí, efectivamente vino un hombre que al llegar se puso un casco que cubría su rostro, guantes y se dirigió hacia el animalito con una red en sus manos… ¿Y? le interrogué, esperando curiosamente su respuesta. Mi compañero sólo sonrió y yo me cagué de la risa (literalmente), ya que relató que mientras el oficial se acercaba al zopilote, éste comenzó a huir brincando… ¿Y…? …No lo alcanzó, respondió Jason. El ave con toda y su ala rota se perdió entre los jardines del campo de golf muy cerca del hoyo 17… (Casi me imaginé a un astronauta con todo y su traje espacial tratando de capturar a aquella bella, bellísima… ave de rapiña). #ElPajaritoNegro.

Corrección ortográfica por Alicia Alvarado Ballesteros @Balles20